Monseñor José Manuel Romero Barrios, Obispo auxiliar de la Diócesis de Barcelona y rector de la parroquia San Juan Bautista en San Tomé.
Pentecostés
Viento fuerte. Lenguas de fuego. Unos hombres tímidos, miedosos convertidos en testigos “de un tal Cristo” como afirma Festo (cfr. Act. 25,19); bajo el impulso del Espíritu estos discípulos del Maestro de Nazareth afirman, atestiguan “que a este mismo Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías” (cfr. Act. 2,36).
La historia de cada hombre y mujer; la historia de la humanidad, ha sufrido un cambio con el Misterio Pascual de Jesucristo. El gesto de “amor obediencial”, Amor que se entrega, expresado en la cruz; la respuesta de Dios Padre levantándolo de la muerte llega ahora a su plenitud: la Vida Divina en el corazón del ser humano.
Pentecostés, plenitud de la Pascua; Pentecostés, la fuerza del Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, el Amor del Padre y del Hijo, abre las puertas para lanzar a los cuatro puntos cardinales a estos mensajeros de la Buena Noticia: se afirma la vida.
La historia humana ha sido narrada casi siempre a partir de odios, guerras, desencuentros. Y continúa así. Pero para aquellos que aceptan vivir diariamente a la luz de la Pascua pueden creer y participar ahora en esta tendencia de la historia humana que vive contracorriente: en el Espíritu que hace que en medio de las sangrientas amapolas de las batallas surgen áureas mieses de paz y servicio.
Un ejército de hombres y mujeres que se declaran servidores y servidoras van por el mundo sembrando amor en nombre de Jesús de Nazareth; jóvenes que se definen como “centinelas del mañana” porque portan como distintivo en su corazón el mandamiento del amor que el Señor Jesús nos dejó; discípulos y discípulas que van compartiendo una alegría, señalando un horizonte bello, ofreciendo un banquete deseable (léase la Alegría del Evangelio, 14).
Pentecostés es romper las amarras y dejar que el viento del Espíritu sople en la velas de la vida de todo hombre y mujer que tenga un sueño en el corazón. El Espíritu desinstala y nos empuja a las periferias para encontrar allí corazones heridos que necesitan ser sanados; para componer una sinfonía con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que aman, sufren y esperan.
Después de Pentecostés ya nada será igual porque Cristo, con su sacrificio, ha hecho de todos los hombres y mujeres un solo pueblo, derribando toda división y ha purificado a su iglesia haciéndola un pueblo de servidores y servidora.
En nuestro país el día de Pentecostés es también día del Seminario, institución a nivel universitaria, dónde se forman los futuros presbíteros. Implorar a Dios Espíritu Santo para que los futuros párrocos de nuestra comunidades sean servidores, se la jueguen por Cristo y por el Santo Pueblo Fiel de Dios Padre.
En la ciudad de Cumaná funciona nuestro Seminario Provincial; allí conviven en fraternidad los seminaristas de las Diócesis de Barcelona, Margarita, Carupano y de la Arquidiócesis de Cumaná. Un ejército de bienhechores y bienhechoras hacen posible esta loable tarea. Ingresa, intégrate a este legión del bien. Ayúdanos a ayudar porque un templo, la formación en valores, la catequesis, la oración, la celebración de los sacramentos, un consejo a tiempo, etc, son realidades que tu sientes que son necesarias.
Un párroco no nace; se hace, se forma en el seminario. Anímate
+José Manuel 04/06/17