En Venezuela, un país que enfrenta escasez de medicamentos e insumos médicos, muchos buscan la manera de contribuir a la protección de los trabajadores de la salud, que luchan contra el nuevo coronavirus. Uno de los apoyos de los venezolanos es la fabricación de escudos faciales con materiales plásticos reciclados en lugares tan disimiles como pequeños talleres y oficinas e incluso con impresoras 3D en la sala de sus casas. En la fotografía de portada: Francis Murillo. Foto: AP/Ariana Cubillos.
“Hay gente que quiere ayudar”, indicó Francis Murillo, una arquitecta que, a semejanza de otros venezolanos, aprovecha la donación de materiales como bobinas de tereftalato de polietileno, plástico utilizado en recipientes, botellas y algunos productos textiles para fabricar escudos faciales, una dotación impensable de ver en hospitales públicos y muchas clínicas privadas del país.
Mientras el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, insiste en que la escasez de materiales médicos es producto del «bloqueo financiero» que mantiene Washington, sus críticos sostienen que la larga crisis del sector salud es consecuencia de una errada política de control estatal que provocó el cierre de cientos de empresas farmacéuticas.
“Cuanto tiempo voy a estar aquí, produciendo esto, la verdad es que no lo sé”, indicó Murillo, recordando que el 11 de abril que la cuarentena fue alargada otro mes, algo perfectamente comprensible.
“Uno tiene estas máquinas y puede prestar el servicio para fabricarlas. Más bien me encanta que con lo que yo hago en el día a día pueda poner el grano de arena”, señaló.
La producción de escudos faciales va en aumento, mientras se suman donantes y voluntarios a cuenta gotas, muchos de los cuales pusieron a disposición las impresoras 3D que tenían en sus casas y oficinas.
Se han fabricado alrededor de 8.000 protectores faciales en estas últimas tres semanas, dijo Murillo. En su mayoría de corte laser porque su elaboración es más rápida. Otros voluntarios se encargan de organizar su entrega.
Por su parte, la diseñadora industrial Alessandra Di Benedetto, decidió no quedarse brazos cruzados tras la suspensión de las clases por el establecimiento de la cuarentena y sumarse a esta iniciativa.
“Empezamos cortando ocho escudos en siete minutos y hemos logrado bajarlo a menos de 4 minutos”, enfatizó Di Benedetto. Lo bueno es que ha sido un modelo, aprobado por los doctores”, para quienes además de guantes y tapabocas, cualquier protección adicional es bienvenida. Con información de AP y Diario Las Américas.