Monseñor José Manuel Romero Barrios, Obispo auxiliar de la Diócesis de Barcelona y rector de la parroquia San Juan Bautista en San Tomé.
Por los caminos.
La samaritana: dame de esa agua
Estamos en pleno camino de la cuaresma: casi la mitad del recorrido. Sufrimos la tentación de considerar que el camino se hace pesado, largo y queremos detenernos. “Al que sigue buen camino siempre tendrá sillas peligrosas que le inviten a parar”.
La liturgia de este tercer domingo de Cuaresma trae a nuestra consideración dos elementos fundamentales en nuestra vida: el agua y el pan, en el diálogo de Jesucristo con la samaritana.
El agua es un elemento basilar en el surgimiento de las comunidades, las cuales fueron creciendo en las riberas de los ríos, alrededor de un pozo; los caminos se fueron haciendo de tal manera que tenían como punto de referencia un acuífero. El agua es vida
En la Biblia el vital liquido está presente desde “…el espíritu de Dios se movía sobre el agua (Génesis 1,1); los patriarcas se desplazan y buscan las tierras fértiles, bañadas por ríos o, en su defecto, cavan pozos para abrevar a sus rebaños. Unos de esos pozos adquirió una gran fama: el pozo de Jacob, cabeza de las doce tribus de Israel.
La literatura profética utiliza la imagen del agua para expresar que la Palabras de YHWH Dios saciará el ansía infinita de verdad y de vida que es el ser humano. El hombre es un “animal de deseos”.
Es interesante como en varios textos evangélicos (cfr. Lucas 17,11: el agradecido leproso samaritano; Lucas 10,25: el buen samaritano) aparecen como protagonistas habitantes de esa región herética y cismática, con una religión sincretista. Desde la ortodoxia judía, andaban en tinieblas. Por eso se evitaba su trato.
Cristo ha venido a buscar lo que estaba perdido, por eso se “tiene que pasar por Samaria”, como indicando que allí donde “hay sed” El, el dador del Agua Viva, puede regar la tierra reseca, agostada, sin agua. Y esa realidad es la que vive el ser humano
La sed de Vida Eterna que abrasa al Señor Jesús y que quiere darnos, se encuentra con la sed de esta mujer, que estaba buscando también y se revela en que se acerca a buscar agua a mediodía, cuando al pozo se va en las horas frescas del alba y del atardecer. Había tenido cinco maridos y el que tenía no era suyo. En un diálogo con finura, sin hacerle el menor reproche, Jesucristo le revela su verdad: al que tu buscas soy YO
Jesucristo se hace el encontradizo para que le pidamos agua; El se hace débil, “cansado del camino”, para fortalecernos. El camino cuaresmal es una invitación para que busquemos el Agua Viva, desechando todo lo que pueda seducir y decepcionar. El que puede contener a Dios no puede ser colmado por otra cosa que sea menos que Dios