Artículo dominical escrito por monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre.
En los domingos anteriores hemos leído, en las celebraciones dominicales, distintas apariciones del Señor Jesús Resucitado.
La imagen de hoy es la del Buen Pastor; la proclamación del salmo 22 el Señor es mi pastor nos mantiene en la perspectiva.
El Señor Jesús lo afirma de una manera solemne acompañado por el Yo soy propio del cuarto evangelio. Lo dice después de que la gente, que escuchaba su comparación, no entendía lo que quería decir. El Maestro procuraba resumirles la manera de actuar que había tenido YHWH con su pueblo, y la que quería seguir en adelante.
En efecto, Dios había protegido siempre a su pueblo amado y lo había invitado con su Palabra a entrar libremente en su aprisco, en el redil, la casa del Señor, espacio en el que las ovejas experimentan que la vara y el cayado les daban seguridad.
Pero demasiados ladrones y bandidos había saltado la valla – y no habían entrado por las puertas – y habían diezmado el rebaño.
Demasiadas voces habían resonado pretendiendo usurpar y sustituir la del Pastor.
Por eso mismo, Pastor ha venido para la “puerta de las ovejas”. Y ha hablado llamando a cada oveja por su nombre. Y ellas han conocido su voz y lo han seguido usando a su libertad. La que el Pastor les ha dado. Desde su venida, Jesucristo es el único Buen Pastor. Cristo es la única Puerta. No hay otro. Porque sólo El ha dado la vida por las ovejas.
El Pastor Bello es el Señor Jesús porque se ha dado, se ha entregado por sus ovejas. Les ha dado la vida divina, vida en abundancia.
Desde los primeros siglos, la imagen del Pastor Bello fue acogida rápidamente por un pueblo que sabía bien qué significaba esto en su vida cotidiana. Y pronto representaron al Señor Jesús con esta imagen. Así lo demuestran las representaciones pictóricas en las catacumbas.
La recepción de esta imagen ha sido tan grande que ha dado nombre a toda la acción que la Iglesia realiza para hacer llegar la voz y la guía del Señor Jesús a los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares.
El mensaje del Maestro de Nazareth debe resonar en los caminos de la historia. Cada época tiene sus características peculiares. A eso quiere responder la pastoral que realizan los pastores. En este Cuarto Domingo de Pascua resuena una vez más el llamado del Señor Jesús a los hombres y mujeres que quieran asumir la hermosa tarea de prestar su vida para que otros tengan Vida; que asuman el cansancio de tantos que sufren a causa de las injusticias en el mundo; que repartan el pan de cada día y el pan de la Eucaristía; que se hagan pan para alimentar a los peregrinos que van por el mundo buscando una esperanza.
Anímate. Asume la tarea de ser iglesia y de hacerla para que siga siendo “sacramento de salvación” para todos los pueblos.
30/04/23
+José Manuel, Obispo