Entrevista con la BBC Mundo. Henrique Capriles, diciembre 2020.
Cree entonces que la presión económica es la que va a hacer que el gobierno busque esos espacios de diálogo…
Yo creo que Maduro da señales contrarias, pero ahí adentro hay gente consciente de que no hay recursos. La pensión es de un dólar. Cuba está mejor que Venezuela económicamente. No es viable. Pueden seguir resistiendo, sí. Pero yo creo que hay conciencia de que eso es frágil. Cada día se generan más condiciones para que alguien venga un día y meta un golpe.
¿Un golpe de Estado?
Sí, un militar que tome el poder porque no hay agua, gas… Pero el venezolano parece tener una paciencia infinita. Puede que sí, y quizás nunca pasa nada. Lo que sí estoy claro es que con discursos de lugares comunes no va a pasar. No tengo nada personal contra Guaidó, pero eso se acabó, está acabado, fundido, cerrado, listo.
Habla de negociación, pero muchos opositores están hartos de esas palabras porque nunca conduce a nada…
Ninguna negociación va a tener éxito con los micrófonos, en la televisión. Los éxitos se logran en procesos confidenciales.
¿Y por qué le dice a la gente que ahora eso sí va a suceder?
Yo no se lo diría. Estamos en el bache, nada es creíble, la gente quiere ver resultados. ¿Lo voy a lograr? Veremos, no lo sé. Lo que sí sé es cuál es mi teoría de cambio: recuperar la confianza del venezolano y que vuelva creer, que se expresa sobre todo con el dedo en la pantalla contra Maduro (en la máquina de votación). Su fracaso el domingo no es una victoria nuestra.
Precisamente el 20 de enero asume Joe Biden como presidente en lugar de Donald Trump, firme aliado de Guaidó y su estrategia.
Hay gente en Venezuela que se fanatizó con Trump hasta perder la racionalidad, como si fuera un dios.
El error más grande que se ha podido cometer fue haber puesto la solución a la crisis venezolana en manos de Trump. Fue más que obvio que fue un juego interno para ganar en Florida usándonos a nosotros, los venezolanos que estamos aquí adentro.
Pero lo van a acusar de romper la unidad…
La unidad no es un fin, es un método. Algunos hablan de unidad pero cuando fueron al 30 de abril (de 2019, la insurrección que llevó a la liberación del líder opositor Leopoldo López) no hubo unidad.
Soy creyente de la unidad del país. Pero la oposición hoy no tiene un líder, no hay un liderazgo, nadie que sea un jefe. No existe. Esto fue un capital político que se acumuló y se botó a la basura, puros lugares comunes, discursos gastados.
No es que yo soy más ni que busco protagonismo. La vez que más cerca hemos estado de conquistar el poder con votos ha sido en mi elección frente a Maduro (en 2013) y en la de la Asamblea Nacional (2015). Sin disposición para acabar con el statu quo, vamos a desaparecer como alternativa en este país.
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