Este martes la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, admitió que la crisis en que se ha sumergido la economía del país se mantendrá en 2016, producto de turbulencias globales, de las cuales se desconoce cómo podrán evolucionar.
«Aún no se sabe cuál será la repercusión de todo lo que está ocurriendo en la economía internacional” y, en especial, de las turbulencias que afectan a China, que se ha convertido en el principal destino de las exportaciones brasileñas, explicó en una entrevista de radio en Sao Paulo.
Rousseff indicó que la economía brasileña, que está al borde de una recesión y que este año cerrará con una contracción de al menos un 1,5 %, de acuerdo con datos oficiales, “requerirá mucho cuidado” en 2016. Se mostró con esperanza ante el plan de ajuste fiscal que ha adoptado su Gobierno, que incluye un fuerte recorte del gasto público y un aumento de la recaudación tributaria.
Analistas del mercado financiero, la economía brasileña se encogerá este año casi un 2 % y esa tendencia se mantendrá en 2016, para cuando se prevé que se contraiga otro 0,24 %, en un escenario de fuerte presión inflacionaria y aumento del desempleo.
Con información de EFE