Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos
*Todo discípulo es un creyente, pero no todo creyente es un discípulo. El creyente suele esperar panes y peces; el discípulo es un pescador.
*El creyente lucha por crecer; el discípulo por reproducirse. El creyente se gana; el discípulo se hace.
*El creyente gusta del halago, de la alabanza, del incienso; el discípulo, del sacrificio vivo.
*El creyente entrega parte de sus ganancias; el discípulo entrega parte de su vida. El creyente puede caer en la rutina; el discípulo está siempre innovando; para él cada día es nuevo, es un regalo del Señor Jesús.
*El creyente busca que le animen; el discípulo procura animar. El creyente espera que le asignen tareas; el discípulo es solícito en asumir responsabilidades.
*El creyente murmura y reclama; el discípulo obedece y se niega a si mismo. El creyente suele ser condicionado por las circunstancias; el discípulo aprovecha las circunstancias para ejercer su fe.
*El creyente reclama que le visiten; el discípulo visita. El creyente busca en la Palabra promesas para su vida; el discípulo busca vida para cumplir las promesas de la Palabra.
*El creyente está centrado en el “yo”; el discípulo, en el “nosotros”. El creyente se sienta para adorar a Dios Padre; el discípulo le anda adorando permanentemente.
*El creyente pertenece a una institución; el discípulo es una institución él mismo. El creyente vale para sumar; el discípulo para multiplicar.
*Los creyentes esperan milagros; los discípulos obran milagros. El creyente es un ahorro; el discípulo, una inversión.
*Los creyentes se destacan llenando el templo; los discípulos se hacen para conquistar el mundo.
*Los creyentes suelen ser fuertes como soldados acuartelados; los discípulos son soldados invasores.
*El creyente cuida de las estacas de su carpa; el discípulo ensancha el sitio de su morada.
*El creyente hace hábito; el discípulo rompe los moldes.
*El creyente sueña con la iglesia ideal; el discípulo se entrega para lograr la iglesia real.
*La meta del creyente es ganar el cielo; la meta del discípulo es ganar hermanos y hermanas para el cielo.
*El creyente necesita de campañas para animarse; el discípulo vive en campaña porque está animado. El creyente espera un avivamiento; el discípulo es parte de él.
*El creyente agoniza sin morir; el discípulo muere y resucita para dar vida. Al creyente se le promete una almohada; al discípulo, una cruz.
*El creyente es socio; el discípulo es siervo. El creyente se enreda con la cizaña; el discípulo supera las escaramuzas del diablo y no se deja confundir.
*El creyente es espiga; el discípulo es grano lleno en la espiga. El creyente es “ojalá”, “cuanto hay pa’eso” ; el discípulo es «heme aquí, Señor Jesús para servir»
*El creyente, quizá predica el Evangelio; el discípulo hace discípulos. El creyente espera recompensas para poder dar; el discípulo es recompensado cuando da.
*El creyente es pastoreado como oveja; el discípulo apacienta los corderos.
*El creyente recibió la salvación por la cruz de Cristo; el discípulo toma su cruz cada día y sigue a Cristo.
*El creyente espera que oren por él; el discípulo ora por los demás.
*El creyente no se trata con miembros de las diferentes denominaciones cristianas; el discípulo se hace como los demás para ganar a algunos de ellos para Dios Padre.
*El creyente busca consejos de los demás para tomar una decisión; el discípulo ora a Dios Padre, lee la Palabra y en fe, toma una decisión.
*El creyente espera que el mundo se perfeccione; el discípulo sabe que este mundo no es el Reino de Dios, sin embargo trabaja en él para que venga el Reino y espera su venida.
Nosotros ¿Todavía somos creyentes?, ¿qué esperamos?, ¿en qué nos afanamos? ¡Hemos de ser sinceros con nosotros mismos! y pasar de creyentes a…. Discípulos y Discípulas.
30/08/2020 +José Manuel, Obispo