Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos
Lo que ocurre en el tiempo y en el espacio del ser humano, siempre le ofrece una oportunidad para crecer en sus conocimientos y también en su humanidad.
Este tiempo de pandemia, con su peculiaridad que ha golpeado al mundo entero, sin respetar fronteras étnicas, religiosas, de profesión o de clase social. El virus, cebándose especialmente sobre los ancianos ha mostrado, su carácter letal.
Reflexionaremos sobre algunas enseñanzas que pueden servirnos en nuestro crecimiento.
CALLES Y LUGARES FAMOSOS DESIERTOS: DEJAR DE LADO LO SUPERFICIAL
El virus ha derrumbado muchos de nuestros planes, programas y agendas. Cuando nos creíamos dueños del tiempo y constructores de la realidad, hemos abandonado algunos placeres a los que estábamos acostumbrados, a la comodidad, lugares y espacios con los que llenamos nuestras vidas, pero que al final nos nos ofrecían nada sustentable.
El encierro obligatorio ha sido una ocasión para abandonar la idolatría de armar planes como fines en sí mismos y liberarnos del «hacer por hacer» sin encontrar el verdadero sentido de las cosas. Nos ha alejado de las distracciones para poner nuevamente el foco en lo que de verdad importa y acercarnos a entender la razón y el valor de las cosas.
SIN TRANSPORTE: MOMENTO DE PAUSA EN EL CAMINO
El tiempo de cuarentena parece habernos enseñado que cuando nos detenemos un momento en el viaje de la vida, eso nos puede servir como impulso o renovación para el futuro, que existen beneficios también en las pausas. El medioambiente se limpia, se respira mejor aire, las aguas se tornan cristalinas y reaparecen animales que antes no se veían.
La sabiduría no depende de la cantidad de sellos que uno puede recolectar en un pasaporte. De nada sirve recorrer ciudades, tomar un millar de fotos y traer algún imán para la nevera si regresamos con el mismo vacío con el que nos fuimos. Ahora que no podemos movernos podemos reflexionar hacia dónde queremos ir y cuál queremos que sea nuestro motor.
APLAUSOS: RECONOCER LA DEFENSA DE LA VIDA
Un punto común ha sido el reconocimiento de las personas que trabajan por defender la vida. Los trabajadores de la salud, médicos, enfermeros y voluntarios, fueron aplaudidos en todo el mundo por luchar contra el Covid-19. Han sido homenajes muchas veces emocionantes donde la humanidad se hace palpable y nos deja ver parte de su grandeza.
Los reconocimientos globales a estos trabajadores desde las ventanas y los balcones se transformaron en un fenómeno en donde al final del día se sentía el aliento de las personas para seguir luchando. También hemos aprendido que no hay una única forma de hacerlo: aplausos, cantos populares, gente tocando instrumentos o agitando banderas.
El joven palestino que se subió a la ventana del hospital para acompañar a su mamá moribunda; en Bolivia, los enfermos que sabían tocar instrumentos musicales dedicaron un concierto improvisado a los agentes sanitarios; en la misma Bolivia, la joven enfermera que pedaleo bajo la lluvia para regresar a su casa después de una agotadora jornada de trabajo en el hospital.
16/08/2020
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