La frase es de Manuel Peñalver (para las nuevas generaciones, fue un dirigente de Acción Democrática y secretario general de ese partido). La usó para puntualizar que las reformas para mejorar nuestra eficiencia democrática podrían chocar con la realidad de nuestra idiosincrasia más primitiva e incivilizada, muy lejana a la del país de los cantones. No ha sido el único en insistir en la comparación, varios de nuestros intelectuales más importantes han subrayado la diferencia entre nuestra cultura política, aún por civilizar y cimentar y la de los países del primer mundo, fortalecida en la práctica ancestral de los principios de la democracia y la libertad que esos mismos países fueron colocando, poco a poco, sobre el tablero de la historia. Leer más