Héctor Cordero, diputado a la Asamblea Nacional, por el estado Anzoátegui.
Antes de comenzar quiero aclarar que no soy médico, ni psicólogo, ni voy a escribir un tratado sobre CORONAVIRUS y mucho menos un estudio de las IDEOLOGÍAS, simplemente expresaré mi opinión de cómo el aferrarse a una tesis política puede llevar a un individuo a su propia destrucción o a la destrucción de una sociedad.
Era el 8 de diciembre del año 2012, y Hugo Chávez, sabiendo o NO, se dirigía por última vez a la nación, se lo consumía un cáncer terrible, lo había anunciado al país año y medio antes, quizás aún a tiempo para ponerse en manos de los mejores oncólogos del mundo, algunos de ellos trabajaban en Venezuela. Teníamos de los mejores, luego huyeron buscando mejores oportunidades o evitando ser presos por cualquier desliz en una opinión. Lo cierto es que Chávez tuvo el tiempo de explorar opciones médicas, distintas a la maltratada y sobre estimada medicina cubana. Pero se impuso la SOBERBIA IDEOLÓGICA. Nunca dio su brazo a torcer y empecinado en la conexión con los Castro y empeñado en demostrar la superioridad médica de la ideología de los últimos representantes del «sovietismo», se quedó en Cuba y rindió tributo con su vida a esa forma de concebir al mundo.
Pero era su vida la que estaba en juego y era su responsabilidad asumir sus consecuencias y así fue. Hoy nuestro país y el mundo viven una situación terrible, con una pandemia sólo presentada en películas de Hollywood.
Observamos cómo países de alto nivel de desarrollo sufren los embates del CORONAVIRUS, países con las condiciones de sanidad más avanzadas, con centros hospitalarios de gran nivel y con poblaciones bien alimentadas y tratadas permanentemente con programas preventivos, como existían antes en Venezuela, contabilizan ya miles de fallecidos y cientos de miles infectados.
La USURPACIÓN hoy comete el mismo error que cometió Chávez: Su SOBERBIA IDEOLÓGICA no le permite aceptar las deplorables condiciones de nuestro sistema hospitalario, destruido tras 20 años de populismo petrolero y militar. No entiende que el CORONAVIRUS es algo que afecta y que terminará agravando la situación de un país plagado de paludismo, hambre y desnutrición, que hacen pasto fácil a cualquier pandemia. Un país que necesita urgentemente ayuda humanitaria, y que en 2019 fue rechazada y reprimida por simples motivos ideológicos. Se necesitan medicinas, equipos e insumos especializados que muchos países desarrollados están dispuestos a entregar, pero aquí se impone nuevamente la ideología: Sólo se acepta ayuda proveniente de CHINA, cuna de la pandemia, o de Cuba, con la cual todo es un negocio. Aquí lo que está en juego no es la vida de un hombre que de manera prepotente quiso entregarla en nombre de una ideología. Aquí lo que está en juego es la SALUD de un país, y por lo tanto ninguna persona o grupo, en nombre de una ideología o de unos intereses puede pretender representar al colectivo, decidir qué ayuda entra o no.

Son los venezolanos los que debemos decidir eso de manera responsable y comprometida con nosotros y las futuras generaciones. Llegó el momento de asumir la decisión colectiva de luchar por nuestro bienestar, y deponer posiciones políticas e ideológicas para apostar fundamentalmente por el beneficio del colectivo. Necesitamos urgentemente un GOBIERNO de transición comprometido con el país y no con una IDEOLOGÍA.
La Asamblea Nacional ha dado los pasos necesarios para contar con la ayuda humanitaria. Juan Guaidó ha hecho los contactos necesarios y ha propuesto alternativas para superar la precariedad en el sistema de salud y alimentación del país, pero el régimen USURPADOR niega la entrada de esos recursos utilizando la fuerza militar, policial y paramilitar con la excusa recurrente de una invasión extranjera, y hay que recordar que la única invasión que existe es la del hambre, la desnutrición y la pobreza de un pueblo noble que aún no reacciona ante la CORRUPCIÓN de estos más de 20 años de una mal llamada revolución.