Monseñor José Manuel Romero Barrios, Obispo auxiliar de la Diócesis de Barcelona y rector de la parroquia San Juan Bautista en San Tomé.
Por los Caminos. Razones para la alegría
La Pascua debería ser la gran ocasión para hacer el repaso de la infinita serie de alegrías que apenas disfrutamos. El tiempo de descubrir que:
Somos dichosos porque fuimos llamados a la vida, porque entre la infinita multitud de seres posibles fuimos elegidos nosotros, amados antes de nacer, escogidos para este milagro de vivir.
Somos dichosos porque fuimos llamados a la fe, recibimos esta gracia, sin merito alguno. Pudimos nacer en una familia de paganos o de increyentes, y ya desde el bautismo nos pusieron una señal en la frente que nos reconocía como elegidos y llamados al Evangelio.-
Somos dichosos porque Dios Padre nos amó primero, porque El no esperó a saber si mereceríamos su amor y quiso empezar a amarnos antes de nuestro nacimiento.
Somos dichosos porque también nosotros le amamos, bien o mal, mediocre o aburridamente , le amamos y es eso lo que engrandece y da sentido a nuestras almas.
Somos felices porque tenemos un Dios Padre mucho mejor del que nos imaginábamos. Como nosotros somos tacaños en amar, creíamos que también El era tacaño. Como nosotros amamos siempre con condiciones, pensábamos que también el regatería
Somos felices porque Cristo quiso seguir siendo hombre después de su resurrección. El pudo efectivamente, vivir transitoriamente su condición de hombre, llevar la humanidad como un vestido y regresar a su exclusiva gloria de Dios cumplida la redención, pero quiso resucitar y permanecer siendo hombre además de Dios
Somos felices porque, al resucitar, venció a la muerte. Gracias a eso sabemos que la muerte ya no es definitiva, que está derrotada para siempre y que nadie ya nunca morirá del todo. Sabemos que, si resucitó El, también nosotros resucitaremos. Sabemos que nuestra historia, pase a los avatares que pase, es siempre una historia que termina bien.
Somos dichosos porque sabemos que incluso el dolor es camino de resurrección. Porque desde que El murió entendemos que todo dolor sirve para algo; que en sus manos ningún dolor se pierde.
Somos dichosos porque El sigue estando con nosotros. Lo prometió y la suya es la única palabra que no miente jamás.
Somos dichosos porque El se fue delante para prepararnos un sitio. No se fue a los cielos de vacaciones, olvidándose de los suyos; no se escapó de la lucha dejándonos en tristes, solos y abandonados.
Somos dichosos porque nos encargó la tarea de evangelizar. Pudo hacerlo El directamente con su gracia. Pero quiso hacerlo a través de nuestras manos y nuestra palabra. Nos encargó también de mejorar este mundo, acercarlos con nuestro trabajo a su Reino.
Somos dichoso porque, al ser El nuestro hermano, nos descubrió cuán hermanos éramos nosotros. Poco sabríamos de nuestra fraternidad, encerrados como estamos en el egoísmo. Pero El nos descubrió esa misteriosa unidad, que ni siquiera sospechábamos, de hijos comunes de un único Padre
Somos dichosos porque nuestros nombres están inscritos en el reino de los cielos. El lo aseguró. En “el libro de la vida” están ya escritos los nombres de todos los que, bien o mal, intentamos amarle
+José Manuel 21/05/17