Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre.
El domingo 14 de octubre, el Santo Padre Francisco elevó al honor de los altares, mediante la canonización, a varios beatos; entre ellos al papa Pablo VI y a monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez.
Pablo VI (Juan Bautista Montini, italiano) ejerció el pontificado entre 1963 y 1978. Le tocó llevar adelante la obra del Concilio Vaticano II (1962-1965), iniciada por el Papa bueno Juan XXIII.
El panorama presentaba a una sociedad que estaba en plena efervescencia con el desarrollo de la tecnología; con la aparición en el concierto de las naciones de nuevas repúblicas independientes en Africa y en Asia; con un mundo “sentado” sobre ojivas nucleares y desgarrado por enfrentamientos bélicos; el marcado abismo que separaba a los países ricos de los países pobres del Tercer Mundo y en el interior de estos últimos, a los ricos de los pobres.
Estos someros rasgos definían el mundo al que debía abrirse la Iglesia que estaba celebrando el concilio del siglo XX. Con Pablo VI, la iglesia se hace servidora de toda la humanidad. El Concilio Vaticano II dotó a la iglesia de las herramientas para que la siembra del Evangelio tuviese en cuenta las cambiantes circunstancias y pudiese “hacerse toda para todos”, hablando en el lenguaje de cada comunidad.
Pablo VI fue el primer Pontífice que pisó tierras del nuevo mundo hace 50 años cuando abrió las sesiones de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín en agosto de 1968; dicha conferencia buscaba la aplicación del Concilio Vaticano II a la realidad de América Latina. fpn
Mons. Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador en la pequeña república centroamericana de El Salvador, fue asesinado de un disparo mientras celebraba la santa misa el 24 de Marzo de 1980. ¿Por qué lo asesinaron? Porque se “hizo voz de los que no tenían voz”. En medio de una guerra civil, dictaduras militares perseguían a todo el que se opusiese a sus desmanes despóticos. La gente del pueblo sufría la explotación porque no tenían acceso a los bienes y servicios a los que todo ser humano aspira. Había ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres. Mons. Oscar Romero, viviendo el Evangelio, predicó contra las injustas condiciones en la que estaba sumido el santo pueblo fiel de Dios.
La vida de estos santos estuvo también marcada por la incomprensión, aún en el seno de la misma comunidad eclesial. Sin embargo, supieron sufrir en silencio. La defensa de lo que decían y hacían era su estilo de vida.