1er. Domingo de Cuaresma B (18/02/18)
En el libro del Génesis, en los días de la creación, YHWH Dios creó los animales Y “se los llevó al hombre para que le pusiera nombre. El hombre les puso nombre a todos los animales domésticos…y ese nombre se les quedó” (2,19-20).
En el mismo Libro del Génesis, después del diluvio YHWH Dios hace un pacto con Noé, sus descendientes “y con todos los animales que están con ustedes y que salieron del arca” (9,9). En el relato del Evangelio de Marcos que hoy se nos propone para nuestra meditación, se nos dice que el Señor Jesús “estaba con las fieras y los ángeles le servían”(1,13b).
El primer hombre vivía en paz con los animales; la armonía reinaba en el corazón del ser humano y esta armonía se reflejaba también en la relación con la naturaleza.
Dios Padre ha creado al hombre para que tuviese siempre una relación inmediata con El, en una apertura total.
La realidad del pecado ha metido desorden en el corazón del hombre, y trastocó la sintonía del hombre consigo mismo y con toda la creación. Lo salvaje de las fieras se adueña del hombre y este deja de ser guardián y se convierte en depredador.
La realidad del diluvio llama la atención ya que lo que significó la muerte para muchos, para unos pocos constituyó la salvación. Y esos pocos seres humanos logran salvar también a los animales en parejas.
El Espíritu ha empujado a Jesucristo al desierto. Sabemos que el Espíritu Sopla donde quiere y desinstala. El esquema de las tentaciones vuelve a proponer la “seriedad” y el “estilo” de la encarnación. Los evangelistas, al colocar las tentaciones en el prólogo de la vida pública del Maestro, quieren recalcar que no hay ninguna comedia pedagógica sino que quieren enseñar que Jesucristo realmente se puso en la fila con los pecadores y estuvo sometido a la tentación.
El Maestro vivió en primera persona las seducciones, las mismas posibilidades obvias de éxitos, de instrumentalización de los otros mediante la opresión. Homo hominis lupus est (el hombre es lobo del hombre), era la gran tentación en la que Satanás quería hacer caer la Hijo de Dios.
En Cristo vemos como el mundo celestial (los ángeles le servían) y el mundo terrenal (estaba con los animales del campo) se dan un abrazo y encuentran un punto de unión. Cristo es el pontífice (el que hace puente, el que es puente) definitivo y total. Y facilita que el hombre sea guardián del hombre.
Las tentaciones son una realidad en nuestra Venezuela actual. Lamentablemente nos hemos convertido en fieras salvajes, con la siembra de la intolerancia y exclusión de los demás, producto de una ideología en la que se exacerba la prepotencia, el servilismo. El gesto del puño cerrado debe hacer reflexionar: así nadie puede dar ni recibir. Lo mas, es golpear a los demás. Es una invitación a la violencia y al odio
El relato del evangelista Marcos es una invitación a procurar “dominar las tendencias desordenadas dentro de nosotros para llegar al equilibrio de la propia vida. A través de la ascesis, el hombre se hace “señor” en casa propia. La ascesis no es simplemente un hecho negativo. No se trata solamente de sofocar, reprimir, sino de educar, disciplinar las fuerzas rebeldes de nuestra naturaleza utilizándolas para un desarrollo armónico y completo de la persona” (Pronzato).