Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos.
Este segundo grupo de parábolas en el cap. 13 del evangelio de San Mateo intenta responder sobre la actitud que la comunidad debe tener frente a los que no aceptan el Mensaje de Jesús.
Ya transcurridas las primeras décadas, comienza a cundir cierto desconcierto entre los discípulos porque ya despuntan, en el seno de las comunidades, divisiones, liderazgos que separan. Se toca el mal en el interior de las comunidades. Por supuesto, arrecian las persecusiones.
Es indudable que se necesitaban palabras de aliento ante el lógico cansancio y la frustración de predicar a oídos sordos, pero sobre todo necesitaban comprender que la causa del Reinado de Dios no es un paseo triunfal, sino que lleva siempre consigo el sufrimiento y la tribulación. Y paciencia.
Y la actitud viene marcada por el actuar de Dios Padre.
La realidad del Reino y su crecimiento, como viene descrito por Jesús, nos ponen de frente al misterio de Dios, cuyos pensamientos no son siempre nuestros pensamientos.
No confundamos realeza con fuerza, con imposición, con triunfalismo. Nos gustan las cosas hechas a lo grande. Consideramos que hemos realizado una empresa, cuando viene aclamada y cuando a ella se adhieren muchas personas. Éstas, sin embargo, son tentaciones por las que también la comunidad cristiana se deja seducir y en vez de ponerse al servicio del Reino, a menudo se encuentra en contraposición a él.
Dios Padre, por su parte, prefiere llevar adelante su proyecto con cosas pequeñas, pobres, insignificantes y mientras nosotros tenemos siempre prisa por llevar a término cuanto antes nuestros proyectos, Dios sabe esperar con mucha paciencia y longanimidad, El realiza cosas admirables sirviéndose de realidades y de cosas humildes
El motor que dinamiza la realidad del Reino y del Reinado de Dios es el amor. Y es la razón de la vida. Da la impresión que el orgullo, la maldad, la prepotencia, la fuerza tienen mas espacio y notoriedad en la escena mundial; tenemos la impresión que “la piedra que sella el sepulcro de Jesús” está fija y es inamovible.
Y esa piedra se agiganta delante de un minúsculo granito de mostaza y de la levadura que fermenta la masa. En su Plan para Resucitar después de la pandemia (17/04/2020) el Papa Francisco nos invitar a contemplar acciones que sin ser vistosas, generan alegría en medio de la tormenta: “Vimos la unción derramada por médicos, enfermeros y enfermeras, reponedores de góndolas, limpiadores, cuidadores, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas, abuelos y educadores y tantos otros que se animaron a entregar todo lo que poseían para aportar un poco de cura, de calma y alma a la situación” (Papa Francisco). Y más adelante añade algo sorprendente, que invita a fortalecer la esperanza al afirmar que. “Toda la vida de servicio y amor que ustedes han entregado en este tiempo volverá a latir de nuevo. Basta con abrir una rendija para que la Unción que el Señor Jesús nos quiere regalar se expanda con una fuerza imparable y nos permita contemplar la realidad doliente con una mirada renovadora”.