La directora ejecutiva de Justicia Venezolana, Lilia Camejo, viajó a Washington, Estados Unidos, para reunirse con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, ante quien denunció el estado crítico y las flagrantes violaciones de derechos humanos de las que son víctimas los 193 oficiales institucionales de la Fuerza Armada Nacional, hoy presos políticos en Venezuela.
La abogada experta en justicia militar, tras entregar una lista pormenorizada de todos los casos a Almagro, le hizo saber que además de las detenciones arbitrarias de las que han sido víctimas, en la mayoría de los casos, los uniformados han comenzado a sufrir diversas patologías médicas producto de las condiciones infrahumanas a las que los tienen sometidos en las distintas cárceles militares de Venezuela: Santa Ana, La Pica, Ramo Verde, Dgcim Boleíta y La Tumba.
“Hemos venido a la OEA a solicitar formalmente apoyo para solventar las precarias condiciones de salud en las que se encuentran estos oficiales detenidos y para sus familiares a quienes se les hace cada vez más difícil cubrir el alimento y las medicinas de estos presos políticos en un país en hiperinflación”, subrayó Camejo a su salida del encuentro.
Quien encabeza la ONG que ofrece defensa técnica en los expedientes de militares hoy tras las rejas por razones políticas, enfatizó en que hay pacientes con hipertensión, diabetes e incluso con cáncer; que no están recibiendo la atención médica debida.
Asimismo le hizo saber al máximo vocero de la OEA que desde oficiales subalternos hasta mayores generales han sido víctimas de violencia por parte de los cuerpos de seguridad durante las horas posteriores a su detención. Agregó que esto ha sido denunciado por los abogados, en las audiencias donde llegan los uniformados con evidentes signos de tortura.
Según dijo la jurista, quien encabeza el organismo hemisférico se comprometió a canalizar una ayuda tras conocer que en los centros de reclusión se les niega el agua potable, también los someten a bajas temperaturas y con luces encendidas las 24 horas del día, además de impedirles que reciban luz solar, entre muchos otros castigos.