El diario El Nuevo País fija posición respecto a la demanda interpuesta por el Presidente de PDVSA, Eulogio del Pino, por el resumen que publicaron del reporte que realizó la agencia de noticias Bloomberg sobre la intención de la petrolera venezolana de renegociar su deuda ofreciéndole a los inversionistas el respaldo de Citgo.
Rafael Poleo: Pueden cerrarlo, pero El Nuevo País reaparecerá
Demandar a El Nuevo País es demandar a toda la prensa y, por ende, a la democracia. Eulogio Del Pino, presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), al solicitar que se abra un proceso judicial contra este diario venezolano no está cumpliendo sus funciones gerenciales al frente de la petrolera de todos los venezolanos sino actuando como un operador político de Nicolás Maduro.
Es el primer mandatario quien dio la orden de arremeter contra El Nuevo País, periódico al que persigue y vilipendia desde el comienzo de su mandato. No olvide Del Pino que aunque nos demande por, supuestamente, difamar e injuriar a PDVSA, es el Presidente de la República el que se refiere constantemente a El Nuevo País como “basura”.
El Nuevo País se limitó a reproducir, en un breve resumen, el reporte que realizó la agencia de noticias Bloomberg sobre la intención de PDVSA de renegociar su deuda ofreciéndole a los inversionistas el respaldo de Citgo, cadena de estaciones de servicios estadounidense que pertenece a la petrolera venezolana. El Nuevo País tiene como norte la construcción de un país de todos, para lo cual consideramos vital que PDVSA pertenezca a los venezolanos y no sea utilizado como un instrumento político. En ese sentido, mantendremos nuestra línea editorial de denunciar los intentos de salvar a un proyecto político a costa de entregar a una empresa que no es del madurismo sino de todos los venezolanos. No nos cansaremos de preguntarnos por qué el Gobierno debe recurrir a oscuras operaciones financieras que ponen en riesgo el patrimonio nacional si nuestra PDVSA cuenta con las mayores reservas petroleras del mundo y recibió en los últimos quince años unos ingresos soñados.
Esta demanda, sin embargo, no es por reportar el colapso de PDVSA. Esta demanda es por ser un diario indoblegable, que no responde a intereses ni siquiera de anunciantes. Está diseñado para depender del pregón, por lo que se debe sólo a sus lectores. Esta demanda es porque es el diario en dónde la dirigencia opositora ha encontrado un megáfono en plena hegemonía comunicacional del Gobierno. Pero no sólo la oposición se expresa aquí. También lo hace el chavismo disidente. Es eso a lo que teme Nicolás Maduro.
El Nuevo País está concebido como una institución al servicio de los venezolanos, no como un negocio. No se pliega a intereses, es insobornable y su único dueño es Rafael Poleo, periodista perseguido desde que estrenara el tintero hace sesenta años. En sus palabras, “pueden cerrarlo, pero El Nuevo País reaparecerá y Maduro no será sino un recuerdo vergonzoso hasta para el chavismo”.
Nos pueden perseguir, pero tenemos bien puestos nuestros arreos de combate. Defenderemos siempre el mensaje colgado en nuestro pórtico, “este país de todos tenemos que hacerlo todos”. No seremos el primer periódico cerrado por una dictadura.
Francisco Poleo