Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos.
No falta nada, falta Alguien
Cuarto domingo de Adviento. Ya próxima la Navidad de 2020. Cosa rara, los comercios están repletos de compradores. Como que nada ha pasado. Como que nada ha cambiado.
Los cadáveres que llegan a las playas sucrenses como que no nos importan. En fin, no son de los nuestros; además, que paguen las consecuencias de sus desatinos. Los fallecidos a raíz del covid19, bueno esos ya son historia, son números de las estadísticas. Las maestras que tienen que renunciar a su trabajo porque el sueldo no les alcanza para el pasaje, que se las arreglen
La pandemia, sus causas y consecuencias ya está inscrita en los libros de la historia. Es cuestión de archivos de la biblioteca. ¿Qué nos pasa a los seres humanos? “En momentos de crisis se ve lo bueno y lo malo: la gente se muestra tal cual es. Algunos dedican tiempo a servir a los que lo necesitan, mientras que otros se sirven de los demás. Algunos salen al encuentro de los demás —de maneras nuevas y creativas, sin apartarse de su propio hogar—, mientras que otros se refugian detrás de una coraza protectora. El corazón se muestra tal cual es” (Papa Francisco, Soñemos juntos p 8).
El Papa Francisco nos alertó acerca de esta realidad “(Dios) en nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables”.
“Menos mal que la Navidad se celebra solo una vez en el año” murmuró alguien con muchas bolsas de compras en las manos. ¿Qué es la Navidad para estas personas? Nos afanamos por preparar la navidad y nos olvidamos de prepararnos para la Navidad.
La escena de la Anunciación en la que el Arcángel Gabriel le anuncia a María que el Niño Divino de ella nacería, nos hace caer en la cuenta que la Navidad es una persona. La oración, la invocación, la espera del personaje insustituible es necesaria porque si falta EL, la fiesta no tiene sentido, las luces brillantes no hacen sino acentuar la oscuridad, el árbol jamás echará raíces y la mesa quedará desoladamente pobre, a pesar de la desbordante abundancia y el vestido solo servirá para cubrir desaliñadamente el vacío.
Providencialmente este domingo la liturgia nos presenta el texto lucano en el centro del cual está la joven de Nazareth para llevarnos a lo esencial, para conducirnos a la simplicidad.
Con su silencio luminoso más eficaz que cualquier palabra.
Con su actitud de escucha.
Con su extraordinaria capacidad de recibir.
Con su sublime pasividad.
En María de Nazareth, Dios Padre ha encontrado a una persona totalmente disponible para el servicio, para la escucha, capaz de dejar sus proyectos personales para asumir los que le propone el Altísimo.
Tenemos aún algunos días para cerciorarnos si escuchamos la voz de Dios que se hace oir en los que sufren y para abrirle espacio en nuestra vida, en nuestras opciones fundamentales. ¿Dónde dejaremos que nazca este año el Verbo de Dios hecho carne?
20/12/2020 +José Manuel, Obispo