Carta del Papa Francisco
Deseo ante todo darles las gracias por la invitación que han dirigido a la Santa Sede, para participar en el proceso de diálogo de paz por su querido país.
A cada uno de ustedes, deseo asegurarles ante todo mis oraciones para que el encuentro, del proceso que están iniciando produzca los frutos deseados de reconciliación nacional y de paz, dones que invocamos de Dios para todo el pueblo venezolano, soy consciente de la inquietud y del dolor vivido por tantas personas y mientras manifiesto preocupación, por cuanto está ocurriendo de nuevo mi afecto por todos los venezolanos, en particular de las víctimas por la violencia y por sus familias.
Estoy plenamente convencido de que la violencia nunca podrá traer paz y bienestar a un país, ya que ella genera siempre y solo violencia, al contrario por medio del diálogo, ustedes pueden descubrir la paz en común y compartir la que conduce a superar el momento actual de conflicto y polarización que hiere tan profundamente a Venezuela.
Para encontrar formas de colaboración en el respeto y reconocimiento de las diferencias que existen entre las partes se favorecerá el bien común, todos ustedes en efecto comparten el amor por su País y por su pueblo; como también las graves preocupaciones ligadas a la crisis económica, a la violencia y a la criminalidad. Todos ustedes llevan en el corazón de sus hijos el deseo de paz que caracteriza a los venezolanos, todos tienen en común la fe en Dios y la voluntad de defender la dignidad de la persona humana precisamente esto les aúna y les apremia a emprender el diálogo que hoy inicia.
En cuya paz de detectar una auténtica cultura del encuentro que sean conscientes de que la unidad siempre prevalece sobre el conflicto, les invito a que no se detengan en la coyuntura de lo conflictivo, sino que se habrán unos a otros para hacerse y ser auténticos constructores de paz.
En el centro de cada diálogo sincero está ante todo el reconocimiento y el respeto por el otro sobretodo, está el heroísmo del perdón y de la misericordia que no se rescatan del resentimiento, del odio y abren un camino realmente nuevo; se trata de un camino largo y difícil que desquiere paciencia y valentía pero es el único que puede conducir a la paz y a la justicia.
Por el bien de todo el pueblo y por el futuro de sus hijos les pido que tengan este coraje con estos sentimientos.
Acompaño a toda la querida nación venezolana y cada uno le imparto de corazón la bendición apostólica invocando la ayuda del señor.
Vaticano 10 abril de 2014