Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos.
El Domingo de la Palabra de Dios puede ser esa capacidad del pueblo de comprender la Sagrada Escritura, porque no es sólo un libro es una Palabra, es algo vivo, es algo que toca nuestra vida. Y por eso en la liturgia, en todo lo que expresa la vida de la comunidad cristiana, la Palabra de Dios es un momento de unidad, es un momento en el cual damos la fuerza necesaria para la evangelización”,
El Domingo de la Palabra de Dios es una iniciativa que el Papa Francisco confía a toda la Iglesia para que, “la comunidad cristiana se centre en el gran valor que la Palabra de Dios ocupa en su existencia cotidiana” (Aperuit illis 2). El 30 de septiembre del 2019, durante el 1600 aniversario de la muerte de San Jerónimo, gran estudioso de la Sagrada Escritura y traductor de los textos originales al latín, el Papa Francisco hacía pública la Carta Apostólica Aperuit illis con la que instituía este Domingo.
Al concluir el Jubileo de la Misericordia, en la Carta Apostólica Misericordia et misera, el Santo Padre ya había hecho una alusión a esta celebración.
De hecho, tras el Concilio Vaticano II (1962-1965) con la Constitución Dogmática sobre la Divina revelación La Palabra de Dios (Dei Verbum), y el Sínodo sobre la Palabra de Dios (2008) con la Exhortación Apostólica La Palabra del Señor (Verbum Domini), se han llevado a cabo muchas iniciativas pastorales diferentes en el mundo con el fin de poner en el centro el conocimiento, la difusión, la reflexión y el estudio de la Sagrada Escritura.
Por eso el Papa ha querido “responder a las numerosas peticiones del pueblo de Dios, para que en toda la Iglesia se pueda celebrar con un mismo propósito el domingo de la Palabra de Dios”. Este Domingo de la Palabra de Dios es, por tanto, una iniciativa pastoral de Nueva Evangelización, con el fin de reavivar la responsabilidad que los Discípulos Misioneros y Discípulas Misioneras tienen en el conocimiento de la Sagrada Escritura y en mantenerla viva mediante un trabajo de transmisión y comprensión permanente, capaz de dar sentido a la vida de la Iglesia en las diversas condiciones en las que se encuentra.
No puede pasar desapercibido el gran valor ecuménico que posee este Domingo. El Papa Francisco ha establecido que se celebre siempre el III Domingo del Tiempo Ordinario del año litúrgico; el 2020 se celebró cerca del Día del Diálogo entre judíos y católicos y de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. No se trata, pues, de una mera coincidencia temporal, sino de una elección que pretende marcar un paso más en el diálogo ecuménico, situando a la Palabra de Dios en el centro mismo del compromiso que los cristianos están llamados a asumir cada día.
El camino de los discípulos de Emaús
El Pontificio Consejo de la Nueva Evangelización ha echado mano de imágenes que “hablen” al público del sentido de la celebración, recurre a un logotipo característico, que sea como un espacio de catequesis que ayude a comprender el significado de la celebración de este domingo.
En este caso se ha tomado una escena bíblica muy conocida: el camino de los discípulos a la aldea de Emaús (cf. Lc 24,13-35), cuando en un momento dado del trayecto se acerca Jesús resucitado. El ícono destaca muchos aspectos que convergen en el Domingo de la Palabra de Dios. Se pueden observar, en primer lugar, los personajes. Junto al Cristo que tiene en sus manos el «pergamino del Libro», es decir, la Sagrada Escritura que se cumple en su persona, están los dos discípulos: Cleofás, como escribe explícitamente Lucas, y, según algunos exegetas, su esposa. Los dos rostros de los discípulos están vueltos al Señor Jesús; sus manos indican, respectivamente, la mano izquierda de la mujer a Cristo mismo, para afirmar que él es el cumplimiento de las antiguas promesas y la Palabra viva que debe ser anunciada al mundo; la mano izquierda de Cleofás indica, en cambio, el camino que los discípulos deben recorrer para llevar a todos la Buena Nueva del Evangelio.
24/01/21 +José Manuel, Obispo