Monseñor José Manuel Romero Barrios, Obispo auxiliar de la Diócesis de Barcelona y rector de la parroquia San Juan Bautista en San Tomé.
El Señor Jesús y el ciego de nacimiento (evangelio de San Juan 9,1-41)
Cuando una embarazada trae al mundo a su bebé, decimos “dio a luz”. La vida y la luz están íntimamente unidas. En la naturaleza es una realidad que sin la luz solar no existiría la vida
La luz es el principio de todo: hace existir, conocer, gozar y amar; cuando se hace la luz del día podemos distinguir los rostros, las cosas, el camino; cuando el sol baña con su luz al horizonte, el corazón del ser humano salta de alegría
Lo contrario es la oscuridad, las tinieblas, andar sin ruta; incapacidad de distinguir, diferenciar. La tristeza se incuba en la oscuridad
El itinerario cuaresmal presenta la vida cristiana como el pasar de las tinieblas a la luz y en este ciclo A se sirve de la catequesis joánica para poner de manifiesto esa realidad. En efecto, en el texto de este 4to. Domingo de Cuaresma la narración del milagro del ciego de nacimiento cobra todo su alcance teológico en el contexto en el que aparece: la fiesta de las tiendas (capítulos 7-10) durante la cual Jesús se revela como luz del mundo
El milagro acontece en las inmediaciones del templo por obra del mismo Jesús. El ciego no pide nada. Jesucristo le mira. La ceguera (sufrimiento) indica la condición natural del ser humano. Todos somos ciegos de nacimiento. Estamos enfermos de tal manera que no nos queda fuerza para al médico que puede curarnos
Es el Médico quien toma la iniciativa. Sus acciones están calcadas de las de la primera creación (véase el barro aplicado en los ojos). La ceguera física viene a indicar lo que representa la ceguera espiritual, el mal que afecta a todo ser humano puesto que no puede ver a Dios como Padre, ni a si mismo como hijo y ni a los demás como hermanos. Es fallar en la vida, es “errar el blanco”. Es el pecado. Un ojo que no ve, no sirve, es un fracaso. El hombre pecador es un hombre fracasado en su humanidad, hombre fallido
En el interior de todo hombre y mujer se libra una “lucha sin cuartel”, tanto en quien consigue llegar a luz como en aquel que permanece en las tinieblas. Quien llega a luz debe enfrentar la oposición de las tinieblas y el que permanece en las tinieblas percibe la propagación de la luz que no puede asfixiar. Es una lucha que se produce en el interior de cada uno de nosotros (léase Gálatas 5,17). Pues cuando queremos el bien sentimos la resistencia del mal; y cuando hacemos el mal, sentimos el remordimiento de la conciencia, puesto que estamos hechos para el bien
Estamos hechos para la luz; el ojo humano está hecho para la luz, no para la oscuridad; el corazón de todo hombre, de toda mujer, está hecho para la luz, la belleza y el bien. Somos barro empapados de Espíritu
Por eso en este domingo se nos pide que nos descubramos delante del Señor Jesús. Hagámonos el encontradizo con EL para que nos mire. Y al final podamos nosotros mirarle como Aquel que es la Luz del mundo.