Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos. Las tinieblas pasan y la luz verdadera brilla ya (1 Jn. 2,8b). Domingo de Ramos.
La pasión de Cristo es la manifestación visible de la pasión de Dios Padre por el hombre y la mujer de todos los tiempos.
En el Edén, nuestros primeros padres quisieron arrebatar la condición divina y se encontraron desnudos; cual aves de rapiña, quisieron robar el cielo y se encontraron en el abismo más profundo. Sin cielo y sin horizonte, sin mañana y sin ayer, el peso de la oscuridad cegó sus ojos y no pudieron encontrar el camino de la vida.
La brújula de la vida se encontró sin el imán que les marcase el rumbo a seguir. A tientas, cada hombre y cada mujer intentaban poner marcas en el camino para poder caminar. Pero venía el enemigo y le borraba los hitos para que no encontrasen el sendero de la felicidad.
En el relato lucano que nos ha sido proclamado en este día está como condensado todo el drama de la historia de la salvación. Numerosas personas están en los diversos escenarios en los que se desenvuelve la pasión del Justo.
Vemos a la muchedumbre que aclama a Jesús como aquel que viene en nombre del Señor; sin duda algunos de ellos estarán entre aquellos que gritarán “crucifícale”. Y somos nosotros esos y esas que se pierden en los ríos de la historia porque no hemos sido capaces de optar vitalmente por ser discípulos auténticos, discípulas auténticas del Maestro de Nazareth.
Somos como aquel joven que llegó corriendo a preguntar sobre lo que debía hacer para conseguir la vida eterna. Y ante la propuesta del Maestro, se fue triste. ¿Por qué no ser como Zaqueo que aceptó que la propuesta del Maestro cambiase su vida?
A veces tomamos la foto del perfil de Pilatos. ¡Qué triste retrato en la historia dejó este hombre y este nombre! Tenía todos los elementos de la inocencia del Jesús de Nazaret y podía liberarlo. Pero prefirió el poder a la verdad, triste cuando pregunta ¿Qué es la verdad?.
La Verdad es el ser humano que tienes delante y que sufre las consecuencias de una gestión de la red pública, de la República en la que se privilegia un carnet antes que la necesidad del ser humano.
La Verdad, hermano Pilato, es toda persona a la que se le niegan todos sus derechos: a la vida, a la salud, a una buena alimentación, a un trabajo digno, se le niega el derecho de que los alimentos que ha comprado puedan conservarse porque no hay luz eléctrica.
La Verdad la puedes leer en el rostro del niño cansado porque tiene caminar ya que no hay transporte que le lleve a la escuela; en el rostro del maestro, de la maestra que ve como cada día disminuye el número de sus alumnos que dejan de participar en el arco de la vida porque no tienen comida, ni cuadernos ni zapatos.
La Verdad puedes leerla en el rostro y en la vida de tantos hombres y mujeres, convertidos en Cirineos y Cirineas que ayudan a otros a llevar la cruz; que se convierten en “pan” para alimentar la vida de tantos necesitados. Los puedes encontrar en las comunidades alejadas o en el corazón de las grandes urbes; aquí mismo en nuestra ciudad, ahora mismo ocurre el gran milagro del Amor y del Servicio
La Verdad la puedes seguir cuando abres tu vida a la Luz de Jesucristo, Siervo Sufriente, para dar vida y vida en abundancia.
La celebración del Domingo de Ramos no tiene solamente la finalidad de recordar un hecho histórico ya pasado, sino que nos invita a realizar un profesión de fe en que la cruz y la muerte de Cristo son definitiva un triunfo. La vida triunfa por la muerte.
Los ramos que, llevamos como recuerdo de este día, a nuestras casas son un símbolo de vida y de victoria, una alegra afirmación de nuestra fe y esperanza en el espacio de luz que comenzó con la muerte y el triunfo del Señor Jesús. Un espacio débil, frágil. Pero que vence a la oscuridad y a las tinieblas.
14/04/19