Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos.
Celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor Jesús al cielo.
El final del evangelio de San Mateo es como una síntesis de todo el Evangelio. Aquí hay una escena de adoración “al verlo, lo adoraron” que nos remite a la escena cuando llegaron los Reyes Magos a Belén “entraron en la casa, vieron al Niño con su madre María y lo adoraron postrados en tierra” (2,11); a José se le anunció el Em-manuel ( 1,23), el Dios-con-nosotros; aquí el Señor Jesús asegura “yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (28,21).
El elemento caracterizador es el movimiento como signo decisivo de la tarea específica que deben asumir los discípulos. “Vayan” mejor aún, “partan” se convierte en la palabra clave. Por tanto, hoy no se celebra la partida del Maestro, sino la partida de los discípulos.
El poder que se le ha dado a Jesucristo tanto en el cielo como en la tierra, pasa, en cierto sentido, a quienes deberán asegurar su presencia en el mundo.
Hagan discípulos de todos los pueblos. Por lo tanto es preciso descubrir itinerarios, reinventar un modo de vivir, encontrar un lenguaje adaptado para este fin.
Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes: Ser discípulo no significa lo mismo que ser alumno. Un discípulo se relaciona con un maestro. Un alumno se relaciona con un profesor. El discípulo vive junto al maestro 24 horas al día; el alumno recibe lecciones del profesor durante algunas horas, y vuelve a su casa. El discipulado supone comunidad. Ser alumno supone solamente estar en un aula para las clases. En aquel tiempo, el discipulado se solía expresar con la frase Seguir al Maestro.
Ya no es suficiente decir “Dios con nosotros”, es necesario ir a decir “Dios está con ustedes”.
La escena descrita por Mateo guarda todas las características de una “escena de investidura”. La “alegre noticia” transmitida por el evangelista San Mateo es esta: la presencia de Jesús en el mundo a través de la Iglesia. El Evangelio debe comenzar su aventura en el mundo.
Este vínculo hace que entre la historia y el Reino Eterno ya no exista barrera alguna sino continuidad. Cristo Resucitado y ascendido al cielo, no está sin embargo, lejos de la tierra; o, mejor aún, gracias a la ascensión de Jesús, la tierra no está lejos del cielo.
Es preciso que nos dejemos educar para ver lo invisible ¿Cómo? Se ve, creyendo, se siente esperando, se conoce amando. El misterio de la Ascensión, tan bello y gozoso por el hecho de que nos presenta Cristo vuelto de nuevo al seno del Padre, nos colma, al mismo tiempo el corazón de sentimientos de humildad y bondad: Jesús permanece entre nosotros hasta el fin del mundo. Solo ha cambiado de aspecto: lo encontramos en el pobre y en el que sufre.
Señor Jesús, quisiéramos saber qué ha sido para ti volver al seno del Padre, volver a El no solo como Dios, sino también como hombre, con las manos, los pies y el costado con esa llaga de amor.
24/05/2020
+José Manuel