Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos ¿Cuándo será la cita?
Este domingo 22 de noviembre celebramos la Solemnidad de Cristo Rey del Universo; constituye el final del Año Litúrgico y el próximo domingo será el primer Domingo de Adviento y la apertura del nuevo Año Litúrgico. Imagen: «Pantocrator», (Todopoderoso), mosaico Bizantino en la Catedral de Cefalú, Sicilia, Italia.
En la dinámica social muchas actividades tienen su calendario: la banca, el sistema educativo, el Rotary Club, el calendario deportivo, etc. El Año Litúrgico es el calendario que rige la dinámica de la vida eclesial y que permite ir marcando el ritmo de todas las celebraciones.
En estos días las lecturas de la misa estaban marcados por la visión del final de los tiempos, del juicio final, de la rendición de cuentas de los siervos para con los amos. Sin duda, es como para “coger palco”, infunde cierto temor. Y para evitar problemas, preferimos no tocar el tema.
En la dinámica humana, estos meses, en los que finaliza el año, se suelen cerrar haciendo un inventario y preparando los presupuestos para el año entrante.
Algo similar ocurre en la vida cristiana. Imaginemos a Nuestro Señor Jesucristo en un diálogo con nosotros. Nos recuerda que no debemos imaginarnos lo que ocurrirá el último día y afirma que debemos preocuparnos por vivir este día, hoy. No el futuro sino el presente.
Hoy es cuando estoy sin trabajo, cuando tengo hambre, cuando me encuentro en la soledad más deprimente, cuando estoy enfermo.
Muchos se preocupan por lo que Cristo les hará aquel ultimo día; pero Él está inquieto por lo que el ser humano hace aquí, ahora. Todo se juega en este momento. El vencimiento último, la cita con lo eterno es hoy.
El juicio se tiene en la tierra. Cada día es el día del Juicio Final. No llega después que se cierren los ojos. Se celebra si tienen los ojos bien abiertos. Es más, la culpa imperdonable será la de no haber abierto los ojos de par en par.
Cristo nos dice que Él está en otros desfiles como lo muestra el profeta Ezequiel 34, 11-17. Donde hay alguien perdido, Él se compromete a buscarlo. Donde hay alguno cansado, desalentado, perdido, Él está a su lado. Donde hay una oveja enferma o herida, Él le presta todos los cuidados. Donde no hay nadie, allí está Él.
Cristo es rey pero no se parece a los reyes de la tierra con sus privilegios y sus cortes llenas de boato y oropel. Su rostro real se identifica con el rostro de un pobre hombre, de un hombre de color (blanco, rojo, amarillo, negro), de un desgraciado. Tiene cara de migrante que ha pasado por las trochas; tiene el rostro de la madre que salió de cualquier ciudad venezolana para ir a ver a su hija en un país sudamericano y que murió de un infarto en un corredor de una casa, víctima del esfuerzo realizado sin tener las condiciones físicas para hacerlo ¿Dónde están las autoridades responsables de esta catástrofe humanitaria?. jnats.eu Japanese Natural sharpening Whetstones, Knifes, vintage straight razors
Cristo Rey no vive en un palacio. Vive en el hambre, la sed, la marginación, la explotación, la prisión, el hospital sin insumos; en las manos tendidas de tantos profesionales del ámbito de la salud que se han prodigado para ayudar.
Cristo Rey, espera que “Si alguien ayuda a un anciano a cruzar un río, y eso es exquisita caridad, el político le construye un puente, y eso también es caridad. Si alguien ayuda a otro con comida, el político le crea una fuente de trabajo, y ejercita un modo altísimo de la caridad que ennoblece su acción política (Papa Francisco, FT 186).
El palacio real es el sufrimiento de los hombres. Y siempre está a la espera que los seres humanos dejen ser “lobos de los hombres” y tengan entrañas de misericordia. Está a la espera de que la vida política no siga manejándose con maletines llenos de “lechugas verdes”; espera que el político vea a sus adversarios con los mismos ojos con que miran a su esposa, esposo, hijos, (cfr. Papa Francisco, FT).
¿Qué esperas para encontrarme?
22/11/2020 +José Manuel, Obispo