El Mundo. Tras 11 intensas jornadas de bombardeos en la Franja de Gaza y proyectiles en Israel, el Ejército israelí y las milicias palestinas han iniciado una tregua a las dos de la mañana de este viernes «recíproca y sin condiciones» basada en un principio simple aunque muy valorado en estas tierras: «Calma a cambio de calma». La presión del presidente estadounidense, Joe Biden, y la mediación de Egipto han logrado poner fin a la peor escalada desde 2014 iniciada con los siete cohetes lanzados por el grupo islamista Hamas contra Jerusalén el pasado 10 de mayo como colofón a violentos choques en la disputada Ciudad Vieja.
Tras la petición de Biden y la recomendación de sus organismos de seguridad, el gabinete de seguridad israelí votó de forma unánime a favor de un alto el fuego avisando que todo dependerá de «la realidad en el terreno» en alusión a posibles proyectiles lanzados desde Gaza.
El balance mortal de la ofensiva en la Franja de Gaza ascendió a 232, entre ellos 65 niños, según el ministerio de Sanidad del enclave controlado por Hamas. En Israel, 12 muertos, entre ellos dos menores. El Ejército afirma este viernes que murieron «más de 200 terroristas en la ofensiva». De los 4.400 proyectiles lanzados contra Israel, 1.500 fueron interceptados por las baterías defensivas al detectar que se dirigían a zonas habitadas mientras 640 cayeron en la Franja y el resto en campo abierto, edificios y carreteras israelíes.
Como en escaladas anteriores (2008, 2012, 2014), los ataques siguieron hasta las 02.00 para lograr un último «éxito». Es decir, un golpe al enemigo. Hamas lanzó centenares de proyectiles contra decenas de localidades israelíes y disparó un misil antitanque contra un autobús militar, causando heridos a un militar. Un minuto antes, una decena de soldados había abandonado el vehículo. El minuto que salvó sus vidas y las posibilidades de tregua. Israel continuó sus intensos bombardeos contra lanzaderas subterráneas de proyectiles, casas de cabecillas y varios comandos -uno de ellos en un coche en Gaza- mientras buscaba sin éxito la cabeza del líder del brazo armado, Mohamed Deif. De forma paralela, detuvo a militantes de Hamas en Cisjordania.
Mientras el jefe del servicio de Inteligencia egipcio, Abbas Kamel, que aterrizó en Tel Aviv, mediaba entre las partes, el enviado especial de la ONU, Tor Wennesland, se reunió en Qatar con los dirigentes de Hamas, Ismail Haniya y Jaled Meshal. Wennesland, Kamel y Biden rezaron para que un bombardeo o un proyectil con efectos demoledores de última hora no echaran por tierra sus esfuerzos. Egipto enviará dos delegaciones a Israel y territorios palestinos para garantizar que la tregua no se convierta en papel mojado sino en calma al sur de Israel y la reconstrucción y el rescate económico y humanitario de Gaza.
El dirigente de Hamas Husam Badran señaló que recibieron «garantías de que Israel quitará sus manos del barrio de Sheij Jarrah y la mezquita Al Aqsa» en Jerusalén oriental ocupada por Israel en la guerra del 67. Fuentes israelíes lo negaron. Como estaba previsto, los portavoces de Hamas proclamaron la «victoria de la resistencia» no solo en Gaza sino también en Jerusalén.
En su encuentro en Tel Aviv con el ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, acusó a Irán de enviar el dron este miércoles contra su territorio y de apoyar con armas y dinero a Yihad y Hamas. En su primer encontronazo con Biden, Netanyahu se negó inicialmente a la tregua básicamente porque no quería ser visto como «títere» del presidente. La cúpula militar aconsejó parar la ofensiva «tras haber golpeado duramente a Hamas y Yihad y recuperar la capacidad de disuasión». «Si violan la tregua, la respuesta será contundente», avisan.
El 72% de los israelíes se muestra a favor de seguir la ofensiva, según Direct Polls. En Ashkelón, la ciudad israelí más atacada, la oposición es explicada por una de sus habitantes, Magi Maimon, que denuncia que su país solo reacciona si Hamas lanza proyectiles a Tel Aviv: «No queremos una tregua para que dos semanas después los terroristas vuelvan a atacarnos. Hay que acabar de una vez por todas con esta pesadilla».
Para la población de Gaza, la tregua no es una opción más, sino una necesidad vital. En este enclave, con más de 500 casas destruidas y más de 66.000 desplazados hallando refugio en las 58 escuelas de la ONU, la destrucción aumentó a medida que pasaban las horas y días bajo las bombas. Hamas elogió el «sacrificio y heroicidad» de los dos millones de habitantes, pidió convertir la escalada en una Intifada en Jerusalén Este y Cisjordania y llamó a una asistencia masiva a Al Aqsa «como escudo de Jerusalén ante las conspiraciones sionistas». Con o sin tregua, se espera un Viernes de la Ira en Cisjordania y quizá en Jerusalén Este donde empezó la espiral de violencia.
Información de elmundo.es