Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos.
Es proverbial expresar “caramba, tu eres tan sabio(a) como el Rey Salomón”. Este Rey fue hijo del famoso rey David, a quien YHWH Dios le prometió construirle una dinastía.
En el Primer Libro de los Reyes, capitulo 3, versículos 1 y siguientes, Salomón es presentado en los inicios de su reinado; se distinguirá por su sabiduría que abarcará todos los campos; como gobernante organizó bien la parte administrativa; esta fama se extenderá también a las artes y las letras.
Lo que el texto acentúa es que toda la sabiduría es un don del Altísimo. La mejor prueba es la misma oración “enséñame a escuchar para que sepa gobernar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal” (3,9).
¡¡¡Qué maneras de comenzar una obra de gobierno!!! YHWH se le aparece al joven rey en sueños y le ofrece que le pida lo que quiera; durante el sueño, Salomón podía pedir -sin enrojecer- riquezas inmensas, glorias, honores y amores continuos, un número desproporcionado de años sin tener que pagar el peaje de la vejez, el exterminio de todos sus enemigos.
Intentemos pensar qué le hubiéramos pedido nosotros.
Lo que llama la atención es que el descendiente davídico no se hace la ilusión de haber heredado la sabiduría y la inteligencia juntamente con la corona real.
No cree que baste estar sentado en el trono para ver con justicia.
No piensa que sea suficiente tener autoridad para tener razón siempre y en cualquier circunstancia.
No admite que el hecho de estar instalado en el palacio real le confiera automáticamente la capacidad de distinguir el bien del mal.
Se declara “un muchacho”. Inexperto. Desprovisto. En ningún momento se presenta como seguro de sí. Se puede sospechar que la seguridad es, la mayor parte de las veces, fruto de la presunción.
Es atractivo el detalle que Salomón pida al Altísimo “un corazón dócil”. No pide súbditos dóciles. Admite que tiene necesidad de docilidad.
No expresa “quiero que el pueblo me obedezca sin discutir, que no me cree problemas, que haga lo que yo decida”; al contrario, el joven monarca solicita a YHWH que le conceda la gracia de que él, el Rey, esté siempre dispuesto a obedecer la voz divina; deseo que mis súbditos hagan lo que te sea grato a Ti, Dios Altísimo.
Este gobernante había entendido que el secreto del “fortalecimiento” de la autoridad se obtenía partiendo de la docilidad de……………. aquel que manda.
“Gobernar significa corregir; si tu das ejemplo con tu rectitud, ¿quién osará no ser corregido?” (Confucio 551-479 AC).
Es preciso que en nuestra vida civil aprendamos todos que los ciudadanos no están al servicio de los gobernantes sino todo lo contrario: los gobernantes están al servicio de los habitantes de una comunidad; que no se es gobernante, dirigente, jefe, coordinador porque se suelten “sapos y culebras” por la boca sino porque se actúa apegado a las leyes, procurando servir a los más pobres y necesitados.
Un gobernante no puede aspirar a que toda decisión se la aplaudan “como focas” sino que es de sabios saber escuchar voces autorizadas en la materia para tomar decisiones correctas, sabias y prudentes que vayan en beneficio de la comunidad
26/07/2020 +José Manuel, Obispo