La fecha 29 de mayo es la nueva fecha memorable del capítulo de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, luego que el régimen castrista dejó de ser un ‘patrocinador del terrorismo’ y eso abre un horizonte inexplorado que supondrá, como paso inmediato, la apertura de embajadas, y, en la meta, el deshielo del último muro de la Guerra Fría en América Latina.
El 14 de abril el presidente estadounidense, Barack Obama, notificó formalmente al Congreso, sus planes de quitar a Cuba la etiqueta de ‘país terrorista’ que le colocó en 1982 el Gobierno de Ronald Reagan por el apoyo del ‘castrismo’ a las guerrillas latinoamericanas y ETA.
La legislación norteamericana obliga a un periodo de 45 días, a contar desde la notificación formal, en los que el Congreso debe revisar la idoneidad de la propuesta de la Casa Blanca y, en caso de estar en desacuerdo, presentar un proyecto de ley para mantener el ‘statu quo’.
Contra todo pronóstico, el Congreso, dominado por los republicanos tras las últimas ‘midterm’, ha optado por despejar a Obama el camino hacia la normalización de las relaciones bilaterales con Cuba y se ha limitado a dejar expirar el plazo.