Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos. El coronavirus y la misa: ¿Vamos aprendiendo algo?
Era muy común oír lamentos y quejas de que los ritos en la celebración de la Eucaristía son poco relacionados con la vida, que son poco expresivos. Foto: Diario Las Américas.
De repente con la pandemia del coronavirus estamos viendo celebraciones en los países en los que ya se permite la celebración de la misa, y nos hemos encontrado con unas eucaristías que han añadido gestos expresivos y significativos. Nos ayudan más a celebrar la entrega de Jesús y nuestra propia entrega.
Como no se pueden dar la paz estrechando la mano de la otra persona, se vuelven hacia todos los presentes en el templo y se miran con cara sonriente. Es un gesto que resulta expresivo y que crea relación. Antes, al darse la mano, solamente veían al vecino y al del propio banco o al de adelante.
Usan y se dan repetidas veces gel. No solo para purificarse, sino para suavizar las manos y que así la relación con los demás, y el recibir la Hostia Consagrada en la mano, esté llena de amabilidad, de suavidad. Suavizar las manos para eliminar toda animadversión, envidia o lejanía.
Y sobre todo, se lleva puesta la mascarilla. No se puede hablar, pero durante la celebración, considero, que toman conciencia de la realidad social que cada uno está viviendo y lo hacen presente en la ofrenda de los dones a Dios. También la palabra de Dios recae sobre esa realidad.
Pudiéramos afirmar que es más fácil ir reflexionando qué dice el Señor Jesús en su Palabra para las realidades de dolor, de ayuda, de servicio, de entrega. No se hace ofrenda de dinero sino de algo más importante, que es la propia vida, ésta que se está viviendo con dificultades.
Y al final de la misa, los fieles limpian con gel los asientos en los que estaban sentados. Toda una expresión. Lo que se ha oído, se ha celebrado, no es para dejarlo ahí en el banco sino para llevarlo a la vida y con su fuerza transformar la realidad.
En los templos se ve que las personas tienen que colocarse dejando una distancia física; así es preciso colocar cada día en un sitio con cierta distancia. Así se percibe mejor la condición de peregrinos, caminantes, en busca de la Santísima Trinidad; es la enseñanza que se puede experimentar celebrando la Cena del Señor Jesús.
Es una oportunidad. La realidad del virus nos va ayudando a unas celebraciones vivas, actuales, implicadas. Ojalá seamos capaces de ir creando y viviendo eucaristías con gestos que nos impliquen en nuestra vida y que nos hagan celebrar la vida, muerte y Resurrección de Jesús y también nuestras vidas, con las luchas, los logros, los dones y los esfuerzos.
El Señor Jesús nos ayuda a “tomar el pan, a repartirlo y a compartirlo”. Así nos resulta más fácil vivir en positivo el coronavirus.
05/07/2020 +José Manuel, Obispo