Artículo dominical escrito por monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos.
Impresionante la liturgia que nos presenta el libro del Apocalipsis en la que se unen el cielo y la tierra. El centro de la escena lo ocupa el Cordero inmolado y cantan los coros angelicales el poder que Dios Padre ha mostrado en el sacrificio de su Unigénito.
Gracias a esa entrega, el poder divino es presentado en contraste al poder imperial, el cual somete a los pueblos con violencia y dureza y atropellando a lo débiles; los poderosos de la tierra disfrutan cuando sojuzgan por la fuerza a los que consideran enemigos. Al Cordero le viene rendido, por contraste, el honor que se le tributaba al emperador.
Gracias a su misterio Pascual, el Señor Jesús atrae a todos hacia sí porque en su entrega obediente a Dios Padre nos muestra el modelo de ser humano que el Altísimo ha soñado. La muerte en la cruz no es un castigo, no es una casualidad desgraciada. La muerte en la cruz del maestro de Nazareth nos muestra cómo debe finalizar la vida del ser humano: en obediencia al Padre, el Hijo de Dios aprendió sufriendo a obedecer (cfr. Heb. 5,8ss)
En la entrega de Jesucristo, el ser humano descubre el prototipo de cómo debe vivir, actuar, para lograr su realización.
Los discípulos, cuando Jesús resucitado desaparece de sus ojos, atraviesan un momento de incertidumbre sobre la orientación que deben dar a su futuro. De hecho, les vemos como desean volver a la rutina que tenían antes de ser llamados por el Maestro.
Desear volver a lo anterior les hace caer en la cuenta que no tienen éxito, no logran pescar nada a pesar de ser consumados expertos en esa área. Es de hacer notar que estaban siete de los once discípulos, faltaban cuatro. Y en medio de esta situación de desbandada, de noche oscura, al clarear el día, un desconocido, les motiva para que echen las redes y la obediencia les permite realizar una gran pesca.
En la comunión de esta comida con el Resucitado, éste rehabilita a Simón Pedro al frente de los discípulos: como tres veces renegó de Cristo, tres veces profesa que le ama. Y también por tres veces, de manera solemne, le confía el Señor Jesús el mandato de alimentar y guiar su rebaño con un espíritu de servicio, en representación del Buen Pastor.
Como Simón Pedro, también nosotros debemos dejarnos interpelar por la Palabra del Resucitado, que pone al descubierto nuestro pecado, nuestra fragilidad pasada y presente, aunque nos pide un consentimiento de amor. Solo después de haberle reconocido a Él y habernos reconocido a nosotros mismos bajo su luz, podremos ofrecérselo, ahora que ya no es obra de una auto ilusión y solo nos queda, aunque lo es todo, el deseo ardiente de amarlo como pobres. Ahora es cuando Él nos confía su tesoro: nuestros hermanos, nos hace responsables de dar testimonio ante ellos, un testimonio que nos llevará muy lejos en su seguimiento. erotic job sexy jobs near me
A la luz de este encuentro con Cristo, siguiendo el eco de aquella pregunta interior ¿me amas? Y de nuestra humilde respuesta, es preciso proseguir el camino con alegre valentía y abrir a muchos el camino de la fe con nuestra confesión transparente del nombre de Jesús. Crucificado por nuestros pecados y resucitado por el Padre para la salvación del mundo.
No faltarán las persecuciones, los sufrimientos, pero tampoco la alegría de hacer el frente por amor a Jesús. Una alegría que inundará el cosmos en el día eterno, en una única confesión coral de alabanza a Dios Padre Omnipotente.
01 / 05/22
+José Manuel, Obispo