El miércoles 4 de enero la embajada de EEUU en Cuba reanudó sus servicios consulares y la tramitación de visados tras una pausa de más de cinco años, durante la Administración de Donald Trump en la Casa Blanca.
El anuncio se hizo a inicios de noviembre, tras una reunión entre la secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Consulares, Rena Bitter; la directora de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, Ur Mendoza Jaddou, y el viceministro cubano de Relaciones Exteriores, Carlos Fernández de Cossío.
El reinicio de operaciones se da tras unos meses de pequeños acercamientos entre Washington y La Habana, en los que la migración ha tenido un papel central.
Además, ha coincidido con el mayor éxodo de cubanos a EEUU en la historia reciente. Hasta el 30 de noviembre pasado, 290.338 insulares llegaron a Estados Unidos a través de la frontera con México, de acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU (CBP, por sus siglas en inglés).
Hasta antes de la reanudación en la sede diplomática en La Habana, los cubanos se veían forzados a hacer los trámites migratorios en Guyana, lo que suponía una carga económica extra que no muchos se podían permitir.
El cese de las funciones en la embajada se originó tras detectarse unos inexplicables problemas de salud del personal norteamericano en Cuba.
El entonces presidente Trump acusó al Gobierno cubano de ser responsable de «ataques acústicos» a los trabajadores diplomáticos en la isla.
La Habana, por su parte, negó cualquier responsabilidad en el caso y puso en marcha una comisión de expertos que no halló evidencias científicas o criminales que vinculasen los síntomas con posibles ataques sónicos, con microondas u otra acción deliberada.
Con información de EFE.