Artículo dominical escrito por monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos.
Ya se apagaron los focos de la celebración de Lisboa ¿Qué ha quedado? Millón y medio de jóvenes se encontraron con el Sucesor de Pedro en un ambiente festivo, alegre y reflexivo.
A Lisboa llegaron con grandes sueños después del drama de la pandemia, realidad que retrasó la celebración de la Jornada. Sabemos que la pandemia puso de manifiesto lo que todos sabíamos: hay rasgos en nuestras sociedades que acrecientan las desigualdades.
Con el Covid-19, se perdieron miles de puestos de empleo, perjudicando sobre todo a los jóvenes; las oportunidades de estudio disminuyeron y la crisis en el sector educativo se acentuó porque los pobres no tenían las herramientas tecnológicas necesarias para acceder a los estudios informáticos.
El fenómeno de las migraciones cada día se evidencia más; en frágiles barcazas, masas ingentes de ciudadanos africanos huyen de los conflictos bélicos en sus naciones y llegan a las costas de Europa; el mar mediterráneo se ha convertido en un gigantesco cementerio.
En el continente americano las caravanas de migrantes (propios y ajenos) pasan por el tapón del Darien buscando el “sueño americano”.
En cualquier latitud existen los famosos “coyotes” que viven de la explotación en todos los sentidos de estas personas que lo arriesgan todo porque en sus países los sueños se les han vuelto inalcanzables. Han perfeccionado sus métodos de explotación de los que se aventuran a ir por los “caminos verdes”.
El cambio climático conlleva el deterioro del medio ambiente; para el trabajo en el campo todo se complica cada vez más, los pequeños productores ven las pérdidas de sus cultivos y de sus animales y de sus fuentes de ingreso.
La violencia institucional y la violencia producto del sistema de bandas y pandillas que se han instaurado en la vida social de nuestras ciudades cubre cada vez mas áreas de ellas. El sistema democrático de gobierno al parecer solo existe en los libros de historia porque casi ha desaparecido de la forma de actuar de los regímenes.
Cada día crece el desinterés por los procesos electorales porque sus resultados no generan ningún cambio significativo en la vida de los países.
¿Qué habrá en el futuro de la humanidad? Pues a pesar de que todo esto parece que nos condujese hacia el precipicio, una buena franja de jóvenes están poniéndole un mundo para cambiar la ruta, generando procesos de humanización, llevando a un reconocimiento más respetuoso de las alteridades; son más sensibles al Cuidado de la Casa Común. Los adultos comparten muchas de las inquietudes juveniles.
20/08/23
+José Manuel, Obispo