Rodolfo Alvarado compró un tiquete de barco. Dejó atrás la bruma de la muy noble y leal ciudad de Cartago, su imponente volcán Irazú y los nublados del día.Él llegó a Coro para trabajar en una fábrica de refrescos. Decidió establecerse en Venezuela y traer a su esposa desde Costa Rica. Su pequeño hijo Roberto creció entre dos ciudades: La brisa helada de la antigua ciudad colonial rodeada por montañas y Coro, donde halló un brillante futuro.
Ariadna Coto Zúñiga
Corresponsal del Diario El Vistazo
Salamanca, Castilla y León – España
La familia Alvarado Hogg creció más con la llegada de la señora Marsicano y Dinorah Alvarado. Todos juntos celebraron triunfos, cumpleaños, Navidad con hallacas y pan de jamón. Tenían lo mejor de dos naciones.
Los Alvarado jamás regresaron a Costa Rica, porque Venezuela se convirtió en su tierra. Este es mi lazo más profundo con Maracaibo, escuché cientos de historias sobre la belleza y la calidez de los venezolanos, su amabilidad, su gran lago, mayor que cualquiera que haya visto. En la escuela tuve un gran profesor de música, que inculcó su amor por las melodías de la canción «Alma Llanera» en mí. Todavía sé la letra de memoria, que formó imágenes intrínsecas del paisaje venezolano.
Admiro a toda Venezuela por su temple inquebrantable. Hoy palpo la valentía de cada uno, sus valores democráticos y solidarios, cuya lealtad es a prueba de fuego. Tengo un billete de 2 bolívares que veo cada mañana, lo traigo conmigo. Es un recuerdo de la lucha por la libertad de expresión y el derecho a la información.
Quiero que Venezuela vuelva a ser fructífera, próspera y con una economía pujante; que haya pluralidad ideológica, debate político y que se construya un consenso. No hay dos Venezuelas, existen miles de visiones y hay que aprender a ceder y además a respetar a los demás, por mucho que duela. El día que se consolide la paz como una prioridad habrá libertad de pensamiento y expresión.
Se honrará también el derecho a la información de la opinión pública. Esta lucha es en contra de los enemigos feroces ávidos de poder, corruptos y asesinos. Hay principios universales de convivencia, ¿Qué se puede hacer hoy por el país? En primer lugar dejar de atacar al vecino, hablar sin insultos. Luego proponer soluciones, organizarse, expresar necesidades, difundirlas y clamar por apoyo. Existen cientos de formas de trabajar por un mejor país más allá de criticar el presente.
Yo deseo que Venezuela alcance su potencial, ese que está en cada uno de sus habitantes. Es el valor de cada persona lo que hace grande a un país. Hoy corresponde levantarse para contribuir con la causa sin descansar. Este 23 de enero es cuando uno debe decidir qué hará por el país.