Artículo dominical escrito por monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos.
En esta última semana de septiembre celebramos la Semana de la Catequesis, teniendo presente que en el centro de la celebración están las personas tanto de los y las catequistas y de los y las catequizandos.
En las ciudades, en las pequeñas comunidades, donde hay una pequeña capilla, allí existe también una persona que es responsable de su cuidado. Siendo presbítero recién ordenado hace 44 años, y recorría la geografía del estado Anzoátegui, constituyó para mi una experiencia bien nutritiva y significativa encontrar que en los pueblecitos más alejados, a una o a varias personas que se hacían cargo del cuidado del templo y que además preparaban a los niños para la primera comunión.
Este año 2023 la celebración de la Semana de la Catequesis se ha centrado en el misterio de la llamada que Dios Padre hace a la persona del catequista, tomando como referencias a dos actores de la historia de la salvación, del hecho salvífico.
En un primer momento presentan la figura de Juan Bautista, el precursor del Señor Jesús. Es una persona que en todo momento sabe que él no es el Mesías, toma conciencia clara que “es preciso que El crezca y que yo disminuya”.
Es de notar que el Precursor está bien claro que él era la voz que clama en el desierto (léase Juan 1,23); que su misión era la de indicar que el camino que conducía al Mesías (Juan 1,29), enseñó a sus discípulos a distinguir quien era el Mesías. Y a seguirlo.
En el mismo evangelio de San Juan, en el capítulo 1, versículos 40 al 42 nos encontramos con el otro actor que cuya actitud modela el ser y el hacer del catequista, es el Apóstol San Andrés. Era uno de los que siguieron al Mesías porque Juan el Bautista se lo indicó. Pues bien, enseguida fue a compartir su experiencia con su hermano Pedro.
La experiencia de ser discípulos misioneros y discípulas misioneras del Señor Jesús pudiéramos expresarla con estas palabras: “¡Hoy descubro ya presente, en el amor con que me atraes, la pasión con que me buscas!” (Benjamín González Buelta).
Es importante valorar el servicio que prestan nuestros catequistas en el seno de la comunidad parroquial. Son como la luna: reciben la luz del “Sol que nace de lo alto” (Lucas 1,78); son personas que sienten que el Señor Jesús ha tocado sus vidas transformándolas y experimentan la necesidad de ayudar a otros a encontrarse con el Maestro de Nazareth.
Animamos a tantos hermanos y hermanas nuestros para que se sumen a la tarea de encender una pequeña luz en medio de la oscuridad y así aportar un granito de arena en la construcción de una sociedad humana, justa, fraterna. El Señor Jesús sigue llamando, sigue recorriendo los caminos de la geografía del corazón de todos.
Ser catequista llena la vida de sentido y de propósito.
01/10/23 +José Manuel, Obispo