Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos. Todos sabemos que la clave de bóveda del cristianismo es el mandamiento del amor, que el doble y único mandamiento (amarás…) constituye la síntesis y el horizonte de toda la ley, que el amor de Dios va unido estrechamente al amor del prójimo. Imagen: Mexico.xaverianos.org
El amor del prójimo es el momento que permite verificar realmente la intensidad del amor a Dios.
Repetir esta verdad pudiera parecer fastidiosa. Sin embargo es preciso hacerlo ya que se constata que los comportamientos, las actuaciones de personas e instituciones continúan yendo en la dirección opuesta.
Lo sabido necesita ser recordado porque es preciso pasar del simple “oír” a la actitud activa del “escuchar”. Poner en práctica.
No podemos cansarnos de dirigirnos al Maestro planteando la pregunta cuya respuesta sabemos de antemano ¿Cuál mandamiento es el primero de todos? La respuesta la sabemos. Es imperativo pasar a la acción. La exploración de la mente espera la exploración de los pasos.
No se es discípulo misionero cuando se acumula una cantidad suficiente de saber, de nociones nuevas, sino cuando se comienza a escuchar lo que se ha aprendido.
Es bien agradable e interesante el diálogo entre el Maestro de Nazareth y el escriba (Evangelio de San Marcos 12, 28-34). Una pregunta sincera, sin dobles intenciones. El Señor Jesús responde con gusto. Parece un alumno diligente.
El evangelista presenta a un interlocutor sincero, comprometido en una búsqueda auténtica, sin posiciones preconcebidas. Al parecer el escriba ha estado siguiendo la trayectoria del Nazareno y se ha percatado que de “Nazareth realmente puede salir algo bueno”.
Esta temática constituye el núcleo de toda la realidad del encuentro del ser humano con el Absoluto. En el horizonte de la búsqueda del sentido de la vida del hombre y de la mujer aparece, tarde o temprano, esta cuestión. No es exclusiva del cristianismo. Entonces, como hoy, ha recibido innumerables respuestas.
¿Dónde está la novedad de la respuesta de Jesús el Mesías? Probablemente empalma con los resultados más maduros de la tradición de su pueblo y los hace propios, pero colocando su persona como “cumplimiento” (continuidad y superación ), punto de llegada de todo el proceso anterior. Encontrar la “vía de Dios” en la persona de Jesús.
Hay cierta similitud con la escena del joven rico (cfr. Mc. 10,17-22). “Una cosa te falta, anda, vende lo que tienes… y luego sígueme”; “no estás lejos del reino de Dios”. En ambos horizontes se perfila el absoluto de Dios Padre con sus implacables y liberadoras exigencias. “Yo soy el Señor tu Dios… el único”.
Para ser ciudadano del reino hace falta dar el paso definitivo. Un discípulo misionero, una discípula misionera siempre “están haciéndose”. Siempre tienen aún, un paso que dar. Hasta el último día.
31/10/21
+José Manuel, Obispo