Por los caminos. Por monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre.
La vida del ser humano sobre la tierra es producto de muchos factores; en efecto, se conjugan una serie de variables que le permiten desarrollar su caminar en el planeta. Para vivir, el hombre tiene necesidad de un medio favorable y de abrigo protector: una familia y una casa, ambas designadas con la misma palabra hebrea bayt.
En el seno de la familia, en el interior de la casa, cada hombre o mujer encuentra a un semejante que le hace realidad la protección. Las cuatro paredes de la morada adquieren sentido en el gesto cuidador de los padres sobre los hijos; de los hermanos mayores sobre los menores.
Dios no se contenta con dar al hombre una familia natural y una morada natural; quiere introducirlo en su propia casa, no solo como servidor sino a título de hijo.
La providencia divina se hace realidad a través de las circunstancias, eventos, personas, con rostros concretos.
Para las personas que tuvieron la dicha de encontrarse con el Dr. José Gregorio Hernández Cisneros, de sentir su palabra reconfortante, de recibir sus indicaciones médicas, para esas personas el Dr. Hernández se convirtió en una “casa” porque experimentaban la protección divina en su quehacer.
Todos hemos experimentado en nuestra vida cómo, determinadas personas desempeñan un rol importante en la vida: maestros, médicos, personal de mantenimiento de los instituciones educativas en las que estudiamos, el abuelo o la abuela. Constituyeron eslabones de la cadena a través de la cual Dios Padre nos introdujo en su casa. Y lo más importante, el hoy Beato José Gregorio “desgastó la suela de sus zapatos” yendo a encontrar a sus pacientes en su propio hábitat, en su propia casa.
Esta acción le permitió desempeñar con mas eficacia y eficiencia su labor como galeno. Y sus pacientes comenzaron a descubrir en él que el alivio que experimentaban estaba muy relacionado por el interés personal que denotaba la presencia del hijo de Isnotú “in situ”.
Es importante que todos los discípulos misioneros y las discípulas misioneras del Señor Jesús nos pongamos en camino para poder ofrecer una palabra de ánimo y aliento a todos los que sufren en el cuerpo o en el espíritu. Considero que una manera concreta de expresar nuestra devoción al Beato está en convertirnos en “casa” para tantos que experimentan sufrimientos o congojas; que se puedan acercar como la sirofenicia y tocar aunque sea solo la orla del manto.
15/05/21 +José Manuel, Obispo