28 junio. Escrito por Ernesto Zapatero / En una sociedad democrática, en teoría, todos pueden tener acceso a la verdad, todos pueden esculcar fuentes de conocimiento, y pueden desentrañar la realidad actuante y presente. Lo contrario ocurre en una sociedad sometida a los designios del guión de quienes dominan el poder. En ésta, sólo podemos conocer la «verdad oficial». La que conviene a los amos del poder. La que desparrama el abanico de medios que ejerce la hegemonía comunicacional. Editorialistas, opinado res, dueños de medios, periodistas, locutores y moderadores según sea su ubicación o contextura moral, toman posiciones y dejan ver sus costuras. En estos tiempos de coronavirus, y de uso obligatorio y generalizado de «tapabocas», la censura y la autocensura pueden disimularse bajo estos utensilios protectores. En este entorno de decadencia, vayan mis felicitaciones a los periodistas que celebraron ayer su día, aferrados a su deber con la verdad, aún con el riesgo de incomodar altos puestos, medios y hasta municipales, que sufren ínfulas de reyezuelos. Mire usted!!!