Día del Seminario. PALABRAS DE ALIENTO y CERCANÍA A LOS SEMINARISTAS DE LA DIÓCESIS DE EL TIGRE.
“¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?” Señor Jesús, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. (Papa Francisco).
Mis estimados hermanos seminaristas, que están en el camino de la formación al presbiterado, que conservan en el corazón el ideal de servir al Señor Jesús en el ministerio, en este día de Pentecostés las miradas, los pensamientos y las plegarias de los fieles de toda nuestra querida Diócesis de El Tigre se dirigen a ustedes en la seguridad que están respondiendo a un llamado de Cristo Jesús: “No son ustedes quienes me han elegido, soy yo quien los ha elegido a ustedes” (Jn. 15,16).
Tiempos inéditos les ha tocado vivir en las etapas de la formación. La vida comunitaria del seminario va forjando, en el dinamismo de las horas y de los días, la personalidad, las actitudes, los gestos, los rasgos del servidor, del pastor. Debido a la situación de prueba y de cuarentena, están compartiendo con hermanos presbíteros, la vida de cada día.
El ideal de servir al Santo Pueblo Fiel de Dios debe guiar cada día de sus vidas tanto en la casa familiar, como en la casa parroquial donde ahora comparten. Están en pequeñas comunidades; un hermano presbítero que les acompaña en estos momentos, constituye para ustedes su formador, lo tienen cercano. Es cierto que no se está realizando toda la actividad que se vive en el día a día en una parroquia, sin embargo, es el momento de “aprender haciendo” y preguntando.
Les servirá este tiempo para aprender a cocinar y a compartir los saberes intelectuales con los sabores de la cocina, tomar los libros para estudiar y las escobas para barrer; compartir los momentos de oración con un hermano presbítero es un momento interesante de crecimiento en la vida espiritual.
Les toca profundizar cada día más el sentido pleno de la vida comunitaria, con el hermano que está al lado con el cual el día de mañana, Dios Padre permitiéndolo, compartirán en el presbiterio, para que fortalezcan, ya desde ahora, las frágiles piernas de esta “Diócesis niña”: la espiritualidad de comunión y la cultura de la planificación.
Según los entendidos, este tiempo ha servido para que aprendamos a disfrutar de las pequeñas cosa, nos habíamos “acostumbrado” a pensar “en la comunidad” pero no a vivir “en comunidad”; este tiempo de cuarentena nos ha enseñado a “tejer” nuestra vida junto a la vida de otros hermanos. De la comunidad venimos y a ella nos debemos.
El Santo Padre Francisco desea que nuestra vida en este tiempo se condense en una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros, (Mensaje para las comunicaciones sociales 2020).
Providencialmente nos toca celebrar el mismo día, domingo 31 de mayo, la Solemnidad de Pentecostés, – y en nuestro país también, día del Seminario-, el segundo aniversario de la creación de nuestra Diócesis y al final del mes de mayo dedicado a honrar a la Santísima Virgen María. Los dos años de nuestra vida diocesana están repletos de bendiciones de la Santísima Trinidad, ustedes son una de ellas, porque son el presente y el futuro; a Ustedes les va a tocar recoger lo mejor de nuestro tiempo y proyectarlo en el mañana.
Llénense del entusiasmo y de la alegría, fruto del Espíritu. Aprendan a palpar y a compartir en la fe, la esperanza y la caridad, las alegrías y las esperanzas, los sufrimientos y gozos de todos, especialmente de los pobres y afligidos. Y ellos deben y deberán constituir el centro de sus afanes pastorales.
En nombre de toda la Iglesia, les agradezco a sus familias la generosidad en ofrecérselos para que los constituya en servidores de la Palabra y de la Eucaristía, en entusiastas mensajeros de la paz y del perdón, en testigos de la Resurrección del Señor Jesús. Que el ejemplo de fe, entereza, sencillez, humildad, entrega y dedicación de sus familiares, especialmente de sus padres, les anime siempre, sobretodo, cuando sobrevengan las tormentas.
Mi mamá, Pastora Natividad, recientemente fallecida, decía con alegría que es una bendición de Dios para toda la familia tener un hijo sacerdote.
En nombre de la Diócesis, agradezco a los hermanos presbíteros: Andrés, Luis Manuel, Johan, a las Misioneras Agustinas Recoletas, la disponibilidad para acogerles en las casas parroquiales.
Que la Virgen María, Nuestra Sra. Del Valle, les acompañe siempre para que, como Ella, sean solícitos mensajeros de alegría, bondad y paz.
Ánimo y adelante. Yo oro por ustedes porque constituyen “la niña de los ojos” de nuestra naciente Diócesis; sé que cuento con la oración de ustedes por mi y por todos los benefactores de nuestra Diócesis.
Con mi afecto y cariñosa bendición de pastor. +José Manuel, Obispo.