En la estación de servicios Tigrito 2, fueron violentados algunos equipos: Hurtaron picos, manillas de puertas y tablero eléctrico principal. En el caso de la estación Franduar Gas, también fueron hurtadas manillas de puertas, bombillos, lámparas y tapas de tanques. Mientras que en la estación de servicios San Tomé, las mangueras de los equipos, así como los picos de suministro, quedaron afectados.
«Aunque hay limitaciones de circulación en horas de la noche y la madrugada, el vandalismo y los rateros no tienen horario. Todo lo contrario, se benefician de la soledad y tranquilidad de las noches, para sus actos delictivos». Los testimonios pertenecen a fuentes que pidieron a @diarioelvistazo mantener el anonimato.
Se trata de trabajadores de las bombas de gasolina del sur de Anzoátegui que ven con preocupación el patrullaje insuficiente por las instalaciones que en un futuro serán reactivadas, cuando termine la cuarentena y se normalice la venta de combustible en Venezuela. Se preguntan «¿Cuánto tiempo tomará tenerlas operativas si las siguen desmantelando?».
Otro aspecto que plantean y que debe ser de los primeros a tomar en cuenta por los cuerpos de seguridad y los alcaldes, está directamente relacionado ya no a la desaparición de manillas o picos (gastos y retraso operativo), sino a eventos de riesgo para la comunidad:
«Las estaciones de servicio, cerradas por falta de combustible, están llenas de gases que aunque no son visibles, están presentes en el ambiente. Esta es una razón más que debe motivar el reforzamiento de la vigilancia durante las noches y madrugadas. Cualquier mal paso de los amigos de lo ajeno pudiese ocasionar un siniestro de mayor nivel, como explosión o incendio».