A los Presbíteros, a la Vida Consagrada, a los Movimientos Apostólicos, Pastorales, Realidades eclesiales, a los seminaristas, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que peregrinan en nuestra Diócesis de El Tigre.
Con las primeras vísperas del 30 de noviembre hemos iniciado el tiempo del Adviento y entramos en un nuevo Año Litúrgico.
Continuamos con la novedad de nuestra vida diocesana. En lo cotidiano de nuestras acciones, de nuestro actuar pastoral, descubrimos que el dinamismo que imprime el Santo Espíritu está marcando el ritmo de la historia de la salvación, vivida “hic et nunc” (aquí y ahora).
Tengo el gusto inmenso de dirigirme a ustedes con esta breve Exhortación Pastoral para compartir algunas de mis vivencias como pastor de esta novel Diócesis, para ofrecer algunas reflexiones sobre el tiempo Litúrgico que nos toca vivir desde las celebraciones y su incidencia en el desarrollo de nuestra vida como discípulos misioneros y discípulas misioneras del Señor Jesús.
- Vivencias episcopales
En estos quince (15) meses, desde el inicio de mi ministerio episcopal como Obispo de El Tigre, he estado en templos parroquiales y en capillas filiales, en comunidades en las que no existen capillas.
Los fieles quieren sentir que el “estrenar” obispo les infunde un renovado ánimo para la convivencia y para la acción pastoral; he experimentado que la “realidad diócesis” está dinamizando más profundamente la vida de las comunidades y de las personas. La luz, la alegría y la esperanza se han hecho más intensas en la mirada y en la sonrisa de todos, especialmente de los niños y de los ancianos
Delegaciones de las Comisiones Diocesanas de Pastoral han participado en actividades programadas por el Secretariado Permanente del Episcopado Venezolano haciendo presente el dinamismo de esta recién nacida Diócesis y fortaleciendo los lazos de comunión con las hermanas iglesias diocesanas mayores, nutriéndonos con la experiencia que poseen.
Hemos participado en encuentros nacionales de los Movimientos Apostólicos y de otras realidades eclesiales; recibimos la visita de Caritas Boa Vista; el Pbro. Andrés Arcila, Vicario General, fue a compartir con los nativos de nuestra diócesis que están en zonas de Boa Vista; hemos experimentado el fortalecimiento de la Vicaria de Pastoral con las diversas Comisiones Diocesanas de Pastoral, apoyadas con el Equipo de Planificación y Proyectos. Hemos proyectado la acción pastoral fortaleciendo nuestra presencia en el ámbito universitario, en el fortalecimiento del emprendimiento en sinergia con otras instituciones
Realizamos la 1º Jornada de Trabajo “hacia la integración de las instancias de comunión del Pueblo de Dios hacia un Plan de Pastoral de Comunión” con la participación de numerosos fieles. Signos de esperanza para el futuro de nuestra vida eclesial.
Dios Padre nos dio la gracia de poder conferir la Admisión a las sagradas órdenes y los ministerios del Lectorado y del Acolitado a seminaristas teólogos de la Diócesis en diciembre 2018. El 14 de diciembre 2019 ordenaremos los 2 primeros diáconos de El Tigre; es un signo de esperanza que alimenta el hoy y fecunda el mañana de nuestra vida eclesial diocesana. Es un alimento para la recién nacida. Intensifiquemos las plegarias al Buen Pastor para que envíe obreros a su mies.
- El Adviento en la liturgia
Adviento constituye el pórtico del Año Litúrgico, todo el espacio en el que vivimos, entre luces y sombras, nuestra fe cristiana en el fluir de las estaciones y los días, teniendo presente que la historia para los discípulos y discípulas del Señor Jesús nunca es cíclica, no retrocede jamás sobre sí misma, va siempre hacia adelante, impulsada por el Espíritu.
¡¡¡Qué riqueza insondable es la misericordia divina que se ha volcado sobre la humanidad!!!; la historia no la constituye un fluir del tiempo como un río sin cauce. En el centro de todo está el Resucitado con los brazos abiertos.
Vivir el año litúrgico comporta introducir nuestra cotidianidad, nuestra vida con los gozos y las esperanzas, las angustias y las tristezas, en el Amor de Dios Padre y dejar que Cristo cincele nuestra vida. Llevar la vida a la oración y la oración a la vida, en la línea de lo expresado por un autor espiritual, Michel Quoist, de los años 1970, el cual escribió una nutritiva obra “Oraciones para rezar por la calle”.
Del Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia. Principios y Orientaciones (2001) en los numerales 96-105 extraemos algunas ideas claves que nos pueden permitir la vivencia del tiempo litúrgico que estamos viviendo.
El Adviento es tiempo de
*espera-memoria de la primera y humilde venida del Salvador en nuestra carne mortal
*espera-súplica de la última y gloriosa venida de Cristo, Señor de la Historia y Juez universal
*conversión a la cual invita con frecuencia la liturgia de este tiempo mediante la voz de los profetas y sobre todo de Juan Bautista (cfr Mt.3,2)
*esperanza gozosa de que la salvación ya realizada por Cristo y las realidades de la gracia ya presentes en el mundo lleguen a su madurez y plenitud, por lo que la promesa se convertirá en posesión, la fe en visión “y nosotros seremos semejantes a Él porque lo veremos tal cual es” (1 Jn 3,2).
- ¿Cómo vivir el Adviento?
Adviento tiene su perfil de espera. Se aguarda a Alguien. Lo que se aguarda está cerca, no lejos; se aguarda no a un bien ausente sino a Cristo ya sacramentalmente presente.
Adviento es un llamado a mantener encendida la llama de la oración ferviente personal y comunitaria, y a cantar las alabanzas de Aquel que Viene a salvarnos. Es preciso recuperar estas dimensiones de la vida cristiana. Es un permanente entrenarse para buscar responder a la vocación a la que hemos sido llamados.
Una Iglesia en permanente estado de Adviento podrá predicar -y vivir- la ética de interim del Sermón de la Montaña, la única que la Iglesia conoce e impone a los que se confiesan discípulos misioneros.
¿Somos conscientes los cristianos del compromiso que contraemos con el mundo cuando proferimos esa palabra, cuando reiteramos que “el Señor Jesús vendrá con gloria”? ¡“Qué conducta tan santa y religiosa deberá ser la de ustedes, mientras esperan y apresuran la venida del día de Dios” (2 Pe. 3,11-12).
Quien confiesa su fe en la Parusía está manifestando su esperanza en un mundo y una humanidad donde la justicia, la libertad y la vida no son promesas vacías ni verdades a medias, sino gloriosa realidad que ya, desde ahora es posible y que, por lo tanto, ya ahora es preciso construir.
2. Lecciones que recibimos de los personajes del Adviento
Isaías, gran pedagogo del adviento. Habría que leerle con una gran paz interior, dejando que sacuda nuestras conciencias dormidas, aliente a la esperanza, anime a la conversión, promueva gestos claros de paz y de reconciliación entre los hombres y entre los pueblos.
Heraldo de la esperanza. Consuela, anima, proclama la Palabra de YHWH Dios al pueblo. Impresiona escuchar las palabras del anciano profeta, las cuales expresan los sueños de YHWH Dios para con su pueblo de ayer y de hoy.
Nos hace soñar al regalarnos un cuadro optimista de lo que se puede hacer cuando se escucha la voz de Dios “de las espadas forjarán arados y de las lanzas podaderas”; en el capítulo 11 muestra un cuadro del proyecto de Dios para la humanidad, al describir cómo los animales que parecen irreconciliables estarán en paz: el lobo y el cordero; YHWH Dios regala siempre juventud a su pueblo: “pero los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas; podrán correr sin cansarse y caminar sin fatigarse” ( 40,31).
Juan Bautista, el Precursor; precede, prepara el camino; suscita la espera del que ha de venir.
La voz del Precursor invitando urgentemente a la conversión, al cambio de mentalidad, se hace oír repetidas veces. Y nos convoca a todos, también ahora, a la tarea de preparar los caminos del Señor.
Todas las imágenes usadas “preparar el camino” indican que los hombres y mujeres deben empeñarse en quitar los obstáculos y tracen un camino despejado de tal manera que el encuentro con el Salvador puede realizarse.
La salvación es el resultado de dos caminos que se encuentran. El recorrido por Dios Padre y el recorrido por el hombre.
Cuando Dios Padre interviene en la historia de los hombres, su palabra está en boca de un personaje no oficial, de un tipo un poco selvático. Juan predica desde el desierto, lugar inhóspito. Lugar de silencio. ¿No estará pidiéndonos que hagamos un espacio de silencio? No confundamos Navidad con ruido. Es una invitación al silencio. Madre Teresa de Calcuta solía afirmar “Dios es amigo del silencio”.
María es la que canta el cumplimiento de la espera y muestra a nuestra mirada a Aquel que ha venido y ha vencido.
Los días de Adviento tienen un color entrañablemente mariano ya que la Doncella de Nazareth constituye el modelo preclaro de las actitudes y gestos a desarrollar en este tiempo, en el cual en la liturgia de la Palabra, se resaltan las virtudes -generosidad, escucha de la Palabra, atención a las necesidades de los demás, capacidad de sacrificio, valentía, etc. -de algunas mujeres de la Antigua Alianza; se exalta la actitud de obediencia, fe y humildad de la Virgen María.
El Papa Francisco en el documento programático de su pontificado “La Alegría del Evangelio” ha puesto el acento en rasgos bien humanos de la Virgen María, rasgos que la hacen bien cercana; “María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura” (EG 285); “porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y el cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles, sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes” (EG 288).
María de Nazareth es una gran pedagoga porque nos enseña a acoger la Palabra y a ponerla en práctica.
La Liturgia de las Horas nos hace orar en la mañana con el Benedictus (cfr. Lc.1,68-79) –cántico entonado por Zacarías, padre de Juan Bautista, y en la tarde con el Magnificat (cfr. Lc. 1,46-55), invitándonos así a cantar cada día las alabanzas del Dios que nos salva en el cumplimiento de las promesas vividas en la jornada.
Solo si abrimos cada uno de nuestros días con este gran deseo de que el Señor Jesús visite nuestra vida como un sol que surge, podremos, en cada tarde, reconocer que su venida ha dado cumplimiento, también hoy, en este hoy de Dios, a nuestra esperanza.
Celebrar el Adviento significa también descubrir el misterio del anonadamiento, de la humildad, del vacío. Juan el Bautista afirmó “es preciso que El crezca y yo disminuya”; María: “Dios ha mirado la humillación de su sierva”.
3. La espiritualidad del Adviento hoy
En el Adviento tiene un lugar destacado la virtud de la esperanza vivida en la verdad.
Dar testimonio de la verdad significa hacerla, obrarla, verificándola. Proclamar la venida de Cristo en poder, la victoria definitiva sobre la injusticia, el dolor, el mal, la muerte, es empeñarse en primera persona para que se imponga el bien, la justicia, la felicidad, la vida, la honestidad.
El Reino llegará con más fuerza y luminosidad si los anunciantes, los pregoneros, realizan las obras del reino. Este es el valor del testimonio.
Al encuentro del Salvador se va desde un estilo de vida. Y los tiempos actuales de nuestra Nación están pidiendo que la condición bautismal de los discípulos misioneros y discípulas misioneras del Señor Jesús fecunde en realidades que permitan soñar un mundo nuevo.
Que ya está naciendo en la confianza que se está generando en el seno de nuestras comunidades; en la solidaridad que se hace concreta en el servicio a los más desasistidos; en el empeño por mejorar nuestro sistema educativo; en la tarea ingente de la defensa de los Derechos Humanos de los presos políticos, de todos los privados de libertad.
Vivir el Adviento es interesarse por lo que el “momento país” está exigiéndonos a todos los ciudadanos: Una vuelta a la ética. Lo ético es orientarse hacia el bien, asumir las consecuencias de nuestros actos, buenos o malos; optar por el bien común, por la verdad contra toda corrupción.
Desde ya deseo a todos la vivencia de un feliz Adviento que nos prepare para la celebración de la Natividad del Señor Jesús. Hay mucho dolor y sufrimiento en el seno de nuestras familias por los miembros que han tenido que salir en búsqueda de horizontes más promisorios. Recordemos que la familia de Nazareth tuvo que emigrar para preservar la vida del Recién Nacido.
Nuestra Señora de la Esperanza, avive en cada discípulo y cada discípula el deseo de salir al encuentro del Señor Jesús en el rostro de cada persona y descubrir a un hermano, a una hermana.
Feliz Navidad 2019 y un venturoso año nuevo 2020. Oren por mi. Con mi afecto y cariñosa bendición de pastor.
+José Manuel, Obispo