Monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre.
Celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor Jesús al cielo. Desaparece visiblemente del espacio y del tiempo de los seres humanos. Antes de hacerlo envía a sus discípulos para que lleven la Buena Nueva a todos los rincones de la tierra. Es el anuncio. Es la misión.
Ante la pregunta de algunos discípulos ¿Es ahora cuando vas a restaurar el Reino de Israel? El Señor Jesús les responde señalando que lo importante no es cuándo sino que se hace necesario el espacio para el esfuerzo misionero y la acción del Espíritu Santo.
Ya no les acompañará como lo hizo por los caminos de Galilea. Estará con ellos dándoles la fuerza del Espíritu Santo para responder con creatividad a los que a lo largo de los tiempos aceptasen la Buena Noticia.
La comunidad eclesial, movida por el Espíritu, llegará por la red de caminos del imperio romano. Y lo hará porque se sumergió en el Espíritu. Es el soplo del Espíritu lo que habilita a la Iglesia a presentarse ante el mundo. Hoy las redes sociales pueden convertirse en una oportunidad o en un tropiezo según permitan a la persona abrirse a las necesidades de los demás o encerrarse en su mundo virtual.
Antes de su ascensión, el Señor Jesús hace el gesto de bendecir. Es el gesto que va a marcar el ser y el quehacer de sus discípulos. Serán los portadores de la cercanía de Dios para todos los hombres y mujeres.
La Buena Nueva sigue predicándose. A lo largo de los siglos ha nutrido la vida de personas y comunidades, ha generado dinamismos de luz y de progreso en tantos lugares llenándoles de la alegría de saber que Dios Padre desea y busca lo mejor para sus hijos e hijas.
Los hombres y mujeres de nuestro tiempo esperan por los portadores de la Buena Noticia. Los caminos y los escenarios se han multiplicado. Hoy hay nuevos areópagos. Se han multiplicado las ofertas. Hay “mercados de Dios”. ¿Sobra la propuesta cristiana?
Los discípulos y discípulas de hoy deben afrontar un mundo que sigue buscando caminos de amor y de verdad y que a la vez se muestra hostil, aparentemente nada ha cambiado ya que siguen actuando las potencias del mal, el sufrimiento, la muerte, el odio. Y nos toca anunciar que todo ha cambiado.
Hemos de afrontar un mundo con espacios hostiles llevando la paz, el amor y el perdón.
Y hemos de hacerlo revestidos con la “fuerza de lo alto” y de la alegría recibida también de lo alto.
02/05/19
+José Manuel