EFE.- Después de tres años de inestabilidad política, marcada por el conflicto catalán, España cambió de color en unas elecciones en las que el PSOE resurgió, el Partido Popular (PP) tuvo el peor resultado de su historia y el ultraderechista Vox irrumpió en el Congreso al obtener 2,6 millones de votos.
Los españoles se echaron a la calle a votar de forma masiva, como no se veía hace mucho tiempo. Sin duda, acompañó un domingo soleado y primaveral, pero también la conciencia de que España se jugaba su futuro. El resultado: un 75,75 % de participación, según los datos ratificados por el Ministerio del Interior.
Pero no podrán gobernar en solitario los socialistas de Pedro Sánchez, quien se aupó al poder en junio de 2018 tras ganar una moción de censura contra su antecesor, Mariano Rajoy, atrapado por la corrupción de su partido. Los tiempos del bipartidismo acabaron en España, y quizás para siempre.
Si bien recuperaron en las urnas mucho del terreno perdido en los últimos años, los socialistas obtuvieron el 28,68 % de los votos, es decir, 123 de los 350 escaños en liza, lejos de la mayoría absoluta.
Para ello Sánchez va a tener que recurrir a socios para gobernar y prometió buscarlos en todos los grupos políticos, a lo que sus seguidores, entusiasmados por la resurrección del PSOE (que lleva gobernando desde junio con sólo 85 diputados), le dejaron claro que “Con Rivera, no”.
Se referían así a Albert Rivera, líder de Ciudadanos, formación liberal de centro derecha, nacida en los últimos años, una de las artífices de la ruptura del bipartidismo y que se ha adueñado de buena parte de los votos que el PP ha perdido.
Ciudadanos es hoy la tercera fuerza en el Congreso español con 57 escaños, por detrás del PP que descendió como un tren bala desde 137 curules a 66.
Pablo Casado, el dirigente popular, achacó la debacle a la división del electorado, que se fue en buena parte a Ciudadanos y también a Vox, pero no hubo ni una sola autocrítica a su gestión al frente de este partido conservador, con el que gobernó José María Aznar y años después Mariano Rajoy.
El PSOE está muy lejos de las grandes victorias de los años ochenta que obtuvo Felipe González e incluso de las conseguidas a inicios del milenio por José Luis Rodríguez Zapatero.
Pero el partido resurgió con un Pedro Sánchez empoderado y dispuesto a hacer caso a sus acólitos pactando con los izquierdistas de Podemos y los nacionalistas vascos e incluso catalanes.
La opción estaría en el izquierdista Podemos, nacido en los años de la crisis española y que recogió el desencanto de una sociedad castigada por el desempleo y la falta de oportunidades.
Este partido también cayó, de 45 a 35 escaños, porque muchos de los que les votaron en 2015 y 2016, regresaron al PSOE para evitar lo que se ha venido a llamar durante la campaña “las derechas”, en alusión a un eventual gobierno del PP, Ciudadanos y Vox.
El antecedente está en la región de Andalucía, un feudo socialista durante 37 años, y que esa coalición de derechas se hizo con el gobierno en las elecciones regionales de finales de 2018.
Y la sorpresa, aunque en cierta medida anunciada tras una campaña marcada por el populismo, ha sido Vox, una formación de extrema derecha que no ha temido defender públicamente el fin de la ley contra la violencia de género o mostrarse contraria a la migración.
Desde que murió el dictador Francisco Franco, en 1975, tan sólo entre 1979 y 1982 hubo una formación ultra en el Parlamento español, con un solo diputado: Blas Piñar. Ahora Vox tiene 24 diputados.
Otro hecho relevante de las elecciones del domingo es el cambio del color político en el mapa de España. El azul del PP que ha primado durante los últimos años hoy paso a ser rojo, el del PSOE, pues los socialistas consiguieron la mayoría -no absoluta- en prácticamente todas las comunidades autónomas o regiones de España.
Sólo en el Senado se anotó mayoría absoluta.
También, para sorpresa de algunos, los independentistas catalanes incrementaron su participación en el Parlamento, una situación inédita pues algunos de sus candidatos están encarcelados por el proceso secesionista.
Leer: Entrevista a Belén Barreiro en la BBC. La transición hace 40 años tras el fin de la dictadura de Franco, por los consensos que generó, es vista como ejemplar en América Latina. ¿Se ha acabado ya ese consenso en España?
Se han roto muchos consensos en el camino, hay una gran polarización en los discursos. Pero también se ha roto el consenso de los ciudadanos en el apoyo abrumador que tenían en su democracia. La polarización en la cuestión catalana es la que más divide a izquierda y derecha. Haz clic aquí y sigue leyendo.