Atamaica Rodríguez denunció que en distintos abastos de El Tigre se está distribuyendo harina de maíz contaminada con tierra. El lunes 18 de febrero compró 2 kilos del producto en el local La Oliva, ubicado en la avenida Francisco de Miranda, cerca de Tu Zona de Impresión y en la noche cuando preparaba la cena, ella, su esposo y sus hijos de 10 y 14 años, se quedaron sin comer. Haz clic aquí y visualiza la denuncia en video.
«El mayor me dijo que no importaba que él tenía mucha hambre, que se iba a comer la arepa, pero en el primer bocado no pudo, la cantidad de tierra era demasiado exagerada». Afirmó que al masticar estaba la misma sensación desagradable que cuando se consume algo en la playa y no te das cuenta que tiene arena.
Es la segunda denuncia de este tipo que llega a la redacción del Vistazo. Hace tres semanas otra persona afectada nos contactó para explicar que la harina de maíz que había comprado en el abasto contiguo a la pastelería Mil Hojas, tenía tierra. Sin embargo, no pudimos comprobar la información y no llegaron casos similares hasta hoy.
Características. Al momento de comprar el producto que viene en bolsa transparente, identificó unos puntos más oscuros en el polvo, pero los atribuyó al residuo que surge del proceso de moler el grano. También, el color de la harina que compró en esta oportunidad no es tan blanco como otras veces, sino beige. «Las compras anteriores, es harina blanca, casi tan blanca como la harina de trigo y no se ven partículas de otro color».
«No puedo decir que es harina Goya porque no viene identificada, pero era imposible consumirla. A las autoridades competentes les pedimos que tomen cartas en el asunto porque no es el único establecimiento que está vendiendo harina contaminada con tierra», agregó.
Devolución. Atamaica indicó que la persona encargada del local, la atendió con educación pero no pudo hacerle devolución del dinero. A cambio de la harina contaminada (y la masa de la cena), tuvo que llevarse otros productos. «Me dijo que eso no estaba en sus manos, que ella lo compraba al mayor en los establecimientos que están en los alrededores de la plaza Bolívar». A pesar que el esposo de Atamaica insistió en la necesidad de retirar la harina del alcance del consumidor, el comercio continuó vendiendo el producto.