+José Manuel, obispo de la Diócesis de El Tigre. Este domingo 02 de diciembre abrimos un nuevo Año Litúrgico en nuestra Iglesia Católica, es el ciclo C y estará marcado por la lectura del Evangelio de San Lucas.
El Año Litúrgico es el calendario que va marcando las celebraciones en la vida cristiana. Adviento constituye el pórtico del Año Litúrgico, todo el espacio en el que vivimos, entre luces y sombras, nuestra fe cristiana en el fluir de las estaciones y los días, teniendo presente que la historia para los discípulos y discípulas del Señor Jesús nunca es cíclica, no retrocede jamás sobre sí misma, va siempre hacia adelante, impulsada por el Espíritu.
¡¡¡Qué riqueza insondable es la misericordia divina que se ha volcado sobre la humanidad!!! La historia no la constituye un fluir del tiempo como un río sin cauce, sin ton ni son. Cristo Resucitado, el Eterno Viviente, está en el centro, con los brazos abiertos.
Vivir el año litúrgico comporta introducir nuestra cotidianidad, nuestra vida con los gozos y las esperanzas, las angustias y las tristezas, en el Amor de Dios Padre y dejar que Cristo forme nuestra vida.
Llevar la vida a la oración y la oración a la vida, en la línea de lo expresado por un autor espiritual, Michel Quoist, de los años 1970, el cual escribió una nutritiva obra “Oraciones para rezar por la calle”.
En este primer domingo de Adviento, la existencia del cristiano se coloca bajo el signo de la espera. En un doble evento, de una doble venida de Cristo: histórica (Navidad), en la gloria (al final de los tiempos, Juicio Final).
Espera- esperanza centradas en la misma persona, Cristo. Las dos manifestaciones –en la debilidad la primera, en el poder fulgurante la segunda- están a favor el hombre y de la mujer, para su salvación. Es el mismo Señor Jesús que se hace encontradizo.
¿Qué significado tiene que en la lectura profética se hable de la “justicia de Dios”? Dios justo, en este lenguaje, es el Dios que mantiene las promesas a favor de su pueblo. Es el Dios que no falta a la palabra dada. En el fondo, justicia es el mismo rostro de su misericordia
El cristiano cuando conjuga el verbo “esperar” no lo hace con el tono y la mentalidad de quien espera, por ejemplo, ganar la lotería. La esperanza cristiana es una esperanza audaz, bien definida que tiene como objeto preciso el don que, en Cristo, nos viene del Dios que acostumbra a mantener sus promesas.
Del Dios justo que mantiene sus promesas, se deriva para el cristiano el deber de la esperanza
Adviento nos recuerda que tenemos que estar listos para encontrar al Señor Jesús en todo momento de nuestra vida. Como un despertador despierta a su propietario, Adviento despierta a los cristianos que corren el riesgo de dormirse en la vida diaria.
¿Qué esperamos de la vida o a quién esperamos? ¿Por cuáles regalos o virtudes rezamos en este año? ¿Deseamos reconciliarnos en nuestras relaciones rotas? En medio de nuestras oscuridades, de nuestras tristezas y secretos, ¿qué sentido deseamos encontrar? ¿Cómo queremos vivir las promesas de nuestro Bautismo? ¿Qué cualidades de Jesús buscaremos para nuestras propias vidas en este Adviento?
Con frecuencia, las cosas, las cualidades, los regalos o las personas que buscamos y deseamos dicen mucho sobre quiénes somos realmente. ¡Dime qué esperas y te diré quién eres!
Adviento es un período para abrir los ojos, volver a centrarse, prestar atención, tomar conciencia de la presencia de Dios en el mundo y en nuestras vidas.
Adviento ofrece la maravillosa oportunidad de realizar las promesas y el compromiso de nuestro Bautismo.
El cardenal Joseph Ratzinger escribió que «el objetivo del año litúrgico consiste en recordar sin cesar la memoria de su gran historia, despertar la memoria del corazón para poder discernir la estrella de la esperanza. Esta es la hermosa tarea del Adviento: despertar en nosotros los recuerdos de la bondad, abriendo de este modo las puertas de la esperanza».
En este tiempo de Adviento, permítanme presentarles algunas sugerencias:
Acaben con una riña. Hagan la paz. Busquen a un amigo olvidado. Despejen la sospecha y sustitúyanla por la confianza. Escriban una carta de amor.
Compartan un tesoro. Respondan con dulzura, aunque les gustara una respuesta brutal. Alienten a un/una joven a tener confianza en él/ella mismo/a. Mantengan una promesa. Encuentren tiempo, tómense tiempo. No guarden rencor. Perdonen al enemigo. Celebren el sacramento de la reconciliación. Escuchen más a los otros. Pidan perdón si se han equivocado. ¡Sean gentiles aunque no se hayan equivocado! Traten de comprender. No sean envidiosos. Piensen antes en el otro.
Rían un poco. Ríanse un poco más. Gánense la confianza. Opónganse a la maldad. Sean agradecidos. Vayan a la iglesia. Quédense en la iglesia más de tiempo de lo acostumbrado. Alegren el corazón de un niño. Contemplen la belleza y la maravilla de la tierra. Expresen su amor. Vuélvanlo a expresar. Exprésenlo más fuerte. Exprésenlo serenamente.
*¡Alégrense porque el Señor Jesús está cerca!*
02/12/18