Opinión – Erick Sapienza
Para alguien que viene de la miseria, que vive en la pobreza, que conoce cuales son las necesidades de los más débiles de nuestra sociedad porque es testigo constante de esas realidades y que interactúa frecuentemente con instituciones y personas de otros estratos sociales y que por lo tanto ha visto que es posible que las cosas sean de otra forma, resulta apasionante el “poder soñar” con una Venezuela distinta, contraria en muchos aspectos a la realidad actual, la de mis sueños: mi Venezuela ideal.
La bondad del venezolano es lo que nunca deberá cambiar, el ser “buenas personas”, soñadoras y emprendedoras por naturaleza, eso ni en mis sueños cambia. La esperanza en el cambio se mantiene, y es necesario que se mantenga para que en el futuro podamos ser una nación de referencia mundial.
El país de mis sueños cuenta con –cinco- poderes públicos claramente diferenciados, autónomos y solidarios, en relaciones de coordinación, con un alto sentido social y ético, en constante mejoramiento, cuyos funcionarios y trabajadores son conscientes del papel de empleados del pueblo –como un todo-. Desde allí intentan prestar un servicio eficiente –lo normal es el servicio eficiente-, poniendo especial atención a los empobrecidos que existan momentáneamente.
Los más débiles -los empobrecidos, los enfermos, los ancianos…- en ese país, tienen la garantía efectiva de todos sus derechos, e igual que el resto de la población tienen un deseo de no incumplir con sus deberes para la consecución del bien común y para ello existen instituciones muy serias y organizadas.
A nivel nacional, estadal y municipal existe una red-estructura de servicios públicos de excelente calidad, que son posibles gracias a los impuestos pagados debidamente por todos los ciudadanos.
No es extraña la existencia de –muchas- ciudades digitales, con redes inalámbricas de internet, pues la utilización de herramientas digitales es frecuente desde la niñez para la realización de múltiples asuntos, tanto públicos como privados. La televisión es más educativa, hay variedad y existen múltiples programas para la formación de la colectividad.
En esa Venezuela, toda persona puede hacer realidad sus sueños, sus aspiraciones, sus proyectos, sus metas, pues todo el sistema de instituciones –públicas y privadas- conspira para que eso sea así. Las únicas limitantes son las que el individuo se aplique en su visión y las que deriven de la ley. Ley que además de ser justa, es conocida, aceptada y respetada. Hay igualdad real de oportunidades.
Se promociona a la familia como la principal formadora en valores para los futuros ciudadanos plenos. El respeto del derecho a la vida tiene gran valor para todos los ciudadanos, eso se evidencia en: la vivencia de una sexualidad responsable que impide abortos y en una cultura de opción por el diálogo antes que la violencia, teniendo como consecuencia la disminución del crimen.
La educación, aparte de gratuita, es accesible para todos, en todos los niveles y modalidades, no hay obstáculo tan grande que impida estudiar lo que se quiera, es uno de los ámbitos de mayor preocupación e inversión por los gobernantes-gerentes y en el que los ciudadanos hacen más contraloría.
La labor docente es muy bien remunerada ya que exige dedicación casi exclusiva para ir midiendo el avance en los grupos, ya que lo normal es el alto grado de calidad tanto en las instituciones educativas públicas como privadas.
La cultura es fomentada en todas las comunidades, existen centros culturales suficientes para ello, con una visión internacionalista y preferencia de lo autóctono –de lo nacional-. Existe una cultura ecológica consecuencia de una educación ambiental de avanzada.
Los gobernantes-gerentes al llegar al poder tienen un plan progresivo de desarrollo, siguen la realización de los proyectos pendientes del gobierno anterior y basan su actuar en los planes de desarrollo existentes para cada zona del país, además de la realización de obras y acciones acordes a las exigencias del tiempo en que les toca gobernar.
Las fuerzas armadas son una institución altamente profesional, percibidas como dignas defensoras de la soberanía, del pueblo, donde mejor se practica la meritocracia para ascensos.
Los delitos son “esporádicos”, en primer lugar porque por la situación socio-político-cultual no se dan condiciones para que se realicen y además porque existe un sistema de seguridad eficiente para prevenirlos, sumado a ello existe un sistema judicial que cumple con sus funciones de forma eficaz, autónoma e incorruptible, todo guiado por el ideal de justicia –en una estupenda organización- para mantener el orden.
El sistema carcelario está integrado por cárceles públicas y privadas –bajo la supervisión del Estado- que tienen un itinerario diario y sistemático de actividades que hacen que los reclusos se formen laboral, espiritual y académicamente para ser productivos y reinsertarse en la sociedad. Las cárceles, lejos de ser una carga, también son núcleos de producción económica para el país.
El Estado y la empresa privada tienen bien definido sus papeles en la economía, en muchas oportunidades trabajan juntos. Hay un sistema productivo, distributivo y comercial que hace posible la creación de empleos.
Gracias al manejo diligente de la economía, somos un país económicamente fuerte con grandes ganancias derivadas de las actividades internas y de las exportaciones de materia prima, productos terminados y servicios, una economía diversificada.
Existen instituciones que subsidian a los desempleados por tiempo determinado mientras obtienen un nuevo empleo, pero estas instituciones son de poca actividad.
A nivel internacional, la actuación de nuestros representantes –altos funcionarios diplomáticos de referencia- se basa en el perfecto conocimiento y respeto del derecho internacional y en hacer propuestas muy serias, practicadas a lo interno, en nuestra nación, para mejorar el mundo en todos los aspectos a las futuras generaciones.
Es mucho lo que se va añadiendo a mi sueño, no tengo la verdad absoluta sobre la Venezuela ideal
– democrática – y como en ese país presentado son posibles los acuerdos y consensos, a favor del pueblo, lo que haga falta a ese sueño de país ideal, se lo coloca el lector, y juntos lo podemos hacer posible.
Haremos posible un país donde a los empobrecidos, al igual que al resto de los venezolanos, se nos respete nuestra dignidad como personas desde que nacemos hasta nuestra muerte. ¡Vale la pena!
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