Monseñor José Manuel Romero Barrios, Obispo auxiliar de la Diócesis de Barcelona y rector de la parroquia San Juan Bautista en San Tomé.
Domingo XXVII A (08/10/17)
El sembrador al salir a sembrar tiene en su mirada la futura cosecha. Siembre con esperanza de una cosecha ópima. Y en base a eso, hará todos los esfuerzos, pondrá todos los medios para que la semilla sembrada dé abundantes frutos. Los desvelos y fatigas constituyen el “pan nuestro de cada día” para el trabajador del campo “al ir iba llorando; al volver, vuelve cantando trayendo sus gavillas” (Sal).
El profeta Isaías nos presenta las relaciones de YHWH Dios con el pueblo de Israel como la de un viñador que ha sembrado vides en su terreno con la esperanza de cosechar buenas uvas para hacer un buen vino. Y hacer fiesta. Pero ¡ay!, la cosecha no fue la esperada. A pesar de todo el cuidado, en vez de uvas, se dieron agrazones (uvas amargas).
Es la realidad del pueblo de Israel ya que YHWH Dios esperaba que se implantase la justicia, la verdad, la misericordia como los frutos de su cercanía para con su pueblo. Y sólo encuentra avaricia, explotación, rencores, “esperaba de ellos respeto de su ley y sólo encuentra asesinatos; esperaba justicia y solo escucha gritos de dolor” (Isaías 5,7).
La vida social está muy lejos del sueño que YHWH Dios se forjó al elegir al pueblo para que fuese como un estandarte en medio de las naciones.
El Señor Jesús marca la misma tónica en la parábola que le propone a su auditorio. El está bien claro del destino de los auténticos profetas: ser perseguido y acosado hasta la muerte. El evangelista Mateo ofrece el detalle de que los jefes no se atrevían a apresarlo por miedo que la gente consideraba “que Jesús era un profeta” (21,46).
Jesucristo fustigó severamente el cumplimiento formal de la ley sin el espíritu que la inspiró: acercar al ser humano al Creador, amando y sirviendo a sus vecinos.
La Iglesia, el Israel de la Nueva Alianza, puede llegar a cometer las mismas fallas. El fiel cristiano está consciente de que su vocación es dar buenos frutos; está claro de recibir el don del Espíritu Santo a fin de ir venciendo las oscuridades que hay en él.
Hermanos, hermanas, el evangelio de hoy apela a nuestra responsabilidad moral y social, Jesús nos pregunta hoy ¿cuáles son nuestros frutos? ¿Cómo nos sentimos de responsables ante la vida de los demás? Oremos.
Queremos vivir a tu estilo Jesús.
- Que nuestra Iglesia sea la primera en implicarse en la construcción de una sociedad y un mundo más justo, más acogedor, más inclusivo, más igualitario y más pacífico para todos.
Queremos vivir a tu estilo Jesús.
- Que cada uno de nosotros nos sintamos responsables de adoptar actitudes saludables, reconciliadoras, de justicia e igualdad que propicien el desarrollo, la dignidad y el valor de todos los hombres y mujeres de este mundo.
Queremos vivir a tu estilo Jesús.
- Que desechemos todo tipo de violencia en nuestras vidas y contextos: violencia verbal, emocional, relacional, física y que juntos busquemos reconciliación y paz.
Queremos vivir a tu estilo Jesús.
- Que denunciemos con nuestra voz y vida las desigualdades sociales, las injusticias que se cometen en nombre de la religión, de las diferencias raciales o del lugar de nacimiento.
Queremos vivir a tu estilo Jesús.
Padre bueno, concédenos la gracia de vernos en verdad y así tomar conciencia de nuestra responsabilidad para hacer de este mundo un lugar más habitable para todos. Gracias por tu hijo Jesús.