Artículo dominical escrito por monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre.
Continuando la reflexión acerca de la aventura de los tres Reyes Magos es preciso despojarla de una visión “milagrera”.
Se dio una señal inicial (“hemos visto salir su estrella”), algo fulgurante que motivó la puesta en marcha; la misma señal ha sellado la conclusión de la búsqueda (“la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño”).
He aquí una lección: entre el fulgor inicial y el acompañamiento en el último tramo, se extiende un largo camino, interminable, un camino duro, agreste, salpicado de dudas, cansancios. Todo caminante, peregrino está sujeto a ser tentado por sillas peligrosas que le inviten a detenerse. ¿Para qué continuar?
Es de suponer que tuvieron que preguntar, buscar información. Les dieron la señal. El camino tenían que hacerlo ellos.
La estrella después de haber hecho saltar una chispa dentro, después de haber encendido un deseo, solo vuelve a aparecer al final.
En el camino de la fe, la búsqueda no es una marcha triunfal. Exige numerosas partidas, volver atrás para buscar a alguien que se quedó “si quieres llegar mas rápido, camina solo; si quieres llegar mas lejos, busca otros aventureros”. No se pueden estar buscando señales portentosas, manifestaciones espectaculares.
Lo que cuenta es la perseverancia, la capacidad de no desistir, el no buscar los caminos verdes para recortar la trayectoria. El verdadero peregrino se viste de la luz que le viene del objeto de su búsqueda. No busca sucedáneos.
Antes de llegar a ver, a reconocer, a adorar, es necesario soportar la oscuridad, la soledad, la ausencia, el silencio, el cansancio, el hielo.
Somos hijos e hijas de la estrella cuando frente al pesebre descubrimos facetas de nuestra vida que pueden asemejarnos a la existencia de los Reyes Magos ya que “aprenden que su vida debe acomodarse a este modo divino de ejercer el poder, a este modo de ser de Dios mismo. Han de convertirse en hombres de la verdad, del derecho, de la bondad, del perdón, de la misericordia. Ya no se preguntarán: ¿Para qué me sirve esto? Se preguntarán más bien: ¿Cómo puedo contribuir a que Dios esté presente en el mundo?” (Benedicto XVI).
Compartimos la alegría de los educadores en su dìa. Con cuànta generosidad logran despertar en los estudiantes el anhelo de ser mejores. Ustedes se ponen en camino para llegar al corazón de los jóvenes, niños y adultos. Gracias porque son soñadores de un mundo mas justo, humano y fraterno. Saben ser caminantes. Y en el camino se encuentran con el Maestro de Nazareth. Que EL les colme de bendiciones.
15/01/22
+José Manuel, Obispo