Por los Caminos Nº 1 Año 2023. Artículo dominical escrito por monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre.
¿Qué actitudes, posturas asumen las plantas, los animales ante la luz? ¿y los seres humanos?
El 06 de enero celebramos la fiesta de la Epifanía del Señor Jesús, popularmente: la fiesta de los Reyes Magos. De por medio está la luz de una estrella.
Cuando Dios se manifiesta, se revela, se da a conocer, hay quien responde, quien se pone en camino, hay quien busca, hay quien hace caso omiso, hay quienes se esconden y camuflan.
La página del Evangelio de San Mateo 2,1-12 nos ofrece un retazo significativo de algunas de estas actitudes.
Los sabios venidos del Oriente explican “hemos venido salir su estrella y venimos a adorarlo”. Y más adelante se afirma “al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría”.
En el lado opuesto “el rey Herodes se sobresaltó y todo Jerusalén con él”.
El estamento político-religioso tiembla al oír hablar de un rey que ha nacido y del cual no tienen conocimiento. Frente al Niño, el rey se da cuenta que está desnudo. Y tiene miedo. Miedo de sí mismo sobretodo.
Pero quizás la postura de Herodes y de su entorno contiene un elemento positivo. Nos advierte que justamente no se puede estar tranquilo. No se puede fingir nada.
Cristo constituye una “amenaza” para nuestro trono privado. Pone en discusión nuestros equilibrios cansados.
Mejor la turbación, incluso el miedo, que la indiferencia. Mejor el rechazo que la ambigüedad.
El profeta Isaías 60, 1-6 había afirmado que la ciudad de Jerusalén sería bañada con una luz esplendente y que sería inundada por caravanas de peregrinos que traerían muchos dones.
Al parecer, en el palacio real quieren controlar las cosas para que no se les vaya de las manos. A la pregunta de los transeúntes, responden yendo a la biblioteca y balbuceando unas respuestas evasivas. La búsqueda acaba en la biblioteca del palacio. El camino no es asunto que les incumbe.
La luz de la que habla Isaías no puede brillar sobre ellos porque su cabeza está llena de “su saber”, uno se pregunta ¿por qué no se enrolaron en la caravana de los sabios’; ¿por qué no se ofrecieron para guiarles?
Hay una frase del mismo profeta Isaías: “tu corazón se asombrará y se ensanchará” (60,5), que nos permite conjeturar una respuesta al gesto displicente de los sumos sacerdotes y de los escribas. La novedad desconcertante, la verdad puede ser acogida únicamente en un corazón de carne capaz de asombrarse y, sobre todo, de ensancharse.
El corazón de los magos, y antes el de los pastores, y el corazón de todos los apasionados buscadores, es capaz precisamente de exultar y ensancharse hasta albergar el misterio.
Los que detentan el poder, los “sabelotodo”, tienen un corazón árido, mezquino, que no transparenta la mínima vibración en clave de humanidad, de espontaneidad. Tienen mucha información pero son incapaces de salir de su reducido espacio para ir al encuentro de los demás. El corazón se les queda desentendidamente frío.
Es de resaltar que precisamente descubrir en el rostro del Otro el rostro del OTRO, es iluminar un poco el sendero para revestir la vida de luz. Revistámonos de la vida iluminada.
08/01/23