Artículo dominical escrito por monseñor José Manuel Romero Barrios, obispo de la Diócesis de El Tigre. Por los caminos.
Las lecturas del Domingo de Pascua nos permiten realizar un triple descubrimiento: de la palabra, del pensamiento y del movimiento.
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos presenta a Pedro, uno que tiene autoridad pero que no es un héroe. Pero ¿quién es éste que se expresa con tanta seguridad sobre la acción de Jesús de Nazareth? Pues es nada menos y nada más que el apóstol que negó al Señor Jesús no frente a un tribunal, sino delante de una sirviente.
¿Cómo ahora afirma abiertamente que “ha bebido y comido con él”? Testifica en favor de Jesús de Nazareth. Se nota que las lágrimas que derramó, “lloró amargamente” (Lucas 22,62) le limpiaron el corazón. Sin duda llevaba retratada en su mirada la mirada del Señor Jesús (cfr. 22, 61).
Es preciso que nosotros, los discípulos misioneros y las discípulas misioneras del Señor Jesús asumamos la actitud de Pedro, el cual no se presenta como el primero de la clase, el dechado de virtudes. Es preciso que adoptemos el tono del pecador perdonado, de pecadora perdonada. Conscientes que hemos recibido una gracia inesperada.
Reconocer que nos hemos sentado a la mesa con Él, no porque éramos los más virtuosos sino porque teníamos más necesidad. Somos y seremos pecadores y pecadoras con quienes han usado misericordia. Alguien nos “primerio”.
Detengámonos en las plazas y miremos el rostro de los que pasan por allí, compartamos la alegría que suscita en nosotros el Resucitado. No pretendamos ser los protagonistas. El Protagonista es el Dulce Señor de Nazareth, el cual ha removido la piedra del sepulcro y puede manifestarse como el Señor de la Vida. Una vida que muchos están buscando con sincero corazón.
Finalmente, el rudo pescador de Galilea se ha vuelto un maestro. Relata hechos. No ilustra una doctrina. Exhibe una narración. No adoctrina. Anuncia. No hace moral. Testimonia una fe. No recluta. Difunde un contagio. “La iglesia crece no por proselitismo sino por atracción” (Benedicto XVI).
Hoy necesitamos volver a escuchar la voz imperiosa de la profecía, el grito de indignación cuando se atenta contra la vida de Cristo porque la vida del hombre y de la mujer se encuentra amenazada porque hay muchas cruces que atentan contra la vida: aborto, eutanasia, corrupción, enfrentamientos, ausencia de líderes veraces y honestos.
Los discípulos misioneros y las discípulas misioneras están llamados a aspirar a los bienes de allá arriba, sin dejar de construir la ciudad terrena, porque el Señor Jesús llama a muchas personas a “dedicarse al servicio de los hombres y mujeres, preparando con este ministerio suyo la materia del reino celeste” (Concilio Vaticano II, Gozos y Esperanzas, 38).
La comunidad eclesial, siguiendo las enseñanzas de su fundador, proclama que “las instituciones humanas, tanto privadas como públicas, deben esforzarse por estar al servicio de la dignidad y el fin del hombre, luchando al mismo tiempo valientemente contra la esclavitud social o política y respetando los derechos fundamentales del hombre, bajo cualquier régimen político” (Gozos y Esperanzas, 29).
Finalmente, mi estimado amigo, hermano, hermana, ponte en camino. Pascua es camino, impaciencia de anuncio, hemos de procurar estar en el momento justo en el lugar preciso, ¿por qué buscan entre los muertos al que Vive? (Lc. 24,5-6; cfr. Mc. 16,6; Mt. 28,5-6). Es preciso elegir estar entre los guardias puestos a vigilar para que nadie moviera la piedra o entre las mujeres que supieron atar cabos, rumiar las palabras del Maestro “por amor al Maestro, y con ese típico, insustituible y bendito genio femenino, fueron capaces de asumir la vida como venía, sortear astutamente los obstáculos para estar cerca de su Señor. A diferencia de muchos de los Apóstoles que huyeron presos del miedo y la inseguridad, que negaron al Señor y escaparon (cfr. Jn 18, 25-27), ellas, sin evadirse ni ignorar lo que sucedía, sin huir ni escapar…, supieron simplemente estar y acompañar” (Papa Francisco, Plan para resucitar).
Tengamos el coraje de festejar al único Eterno Viviente, a Jesús de Nazareth. Y lo haremos cuando hablamos de vida, de paz, de perdón que es más creativo que la venganza, de amor que derrota al odio, de debilidad que es más fuerte que la fuerza, de luz que pone en crisis la trama de las tinieblas.
Hay Alguien que espera oir el rumor de tus pasos para ponerse a caminar por tus senderos. Y ser luz.
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN DEL SEÑOR JESÚS, FELIZ DOMINGO DE LA VIDA Y DE LA ALEGRÍA.
17/04/22
+José Manuel, Obispo